Biblia de Straubinger  (*)

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HECHOS DE LOS APÓSTOLES

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Capítulos:  01  |  02  |  03  |  04  |  05  |  06  |  07  |  08  |  09  |  10  |  11  |  12  |  13  |  14  |  15  |  16  |  17  |  18  |  19  |  20  |  21  |  22  |  23  |  24  |  25  |  26  |  27  |  28

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SECCIONES
- NOTA INTRODUCTORIA
- PRÓLOGO (Cap. 1 – Cap. 1:3)
- I. LA IGLESIA EN JERUSALÉN (Cap. 1:4 – Cap. 7)
- II. CRECIMIENTO DE LA IGLESIA EN PALESTINA Y SIRIA (Cap. 8 – Cap. 12)
- III. LA IGLESIA EN EL MUNDO GRECO-ROMANO
- A. PRIMER VIAJE DE SAN PABLO (Cap. 13 – Cap. 14)
- B. EL CONCILIO DE JERUSALÉN (Cap. 15 – Cap. 15:35)
- C. SEGUNDO VIAJE DE SAN PABLO (Cap. 15:36 – Cap. 18:22)
- D. TERCER VIAJE DE SAN PABLO (Cap. 18:23 – Cap. 21:26)
- E. CAUTIVIDAD DE SAN PABLO EN CESAREA Y ROMA (Capp. 21:27 – Cap. 28)

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CAPÍTULOS

Capítulo 1.  La ascensión de Cristo. Matías es elegido en lugar de Judas.
Capítulo 2.  Los discípulos reciben el Espíritu Santo. El sermón de Pedro al pueblo. La piedad de los primeros conversos.
Capítulo 3.  El milagro sobre el cojo, seguido de la conversión de muchos.
Capítulo 4.  Pedro y Juan son apresados. Su constancia. La iglesia crece.
Capítulo 5.  El juicio de Dios sobre Ananías y Safira. Los apóstoles son encarcelados.
Capítulo 6.  La ordenación de los siete diáconos. El celo de Esteban.
Capítulo 7.  El discurso de Esteban ante el concilio. Su martirio.
Capítulo 8.  Felipe convierte a los samaritanos y bautiza al eunuco.
Capítulo 9.  La conversión y el celo de Pablo. Pedro cura a Eneas y resucita a Tabita.
Capítulo 10.  Cornelio es recibido en la Iglesia. La visión de Pedro.
Capítulo 11.  Pedro defiende el haber recibido a los gentiles en la iglesia.
Capítulo 12.  La persecución de Herodes. Liberación de Pedro por un ángel. El castigo de Herodes.
Capítulo 13.  Saulo y Bernabé son enviados por el Espíritu Santo. Predican en Chipre y en Antioquía de Pisidia.
Capítulo 14.  Pablo y Bernabé predican en Iconio y Listra. Pablo cura a un tullido. Son tomados por dioses. Pablo es apedreado. Predican en Derbe y Perge.
Capítulo 15.  Disensión sobre la circuncisión. La decisión y la carta del concilio de Jerusalén.
Capítulo 16.  Pablo visita las iglesias. Es llamado a predicar en Macedonia. Es azotado en Filipos.
Capítulo 17.  Pablo predica a los tesalonicenses y a los bereanos. Su discurso a los atenienses.
Capítulo 18.  Pablo funda la iglesia de Corinto y predica en Éfeso y en otros lugares. Apolo va a Corinto.
Capítulo 19.  Pablo funda la iglesia de Éfeso. El tumulto de los plateros.
Capítulo 20.  Pablo pasa por Macedonia y Grecia. Resucita a un muerto en Troas. Su discurso al clero de Éfeso.
Capítulo 21.  Pablo sube a Jerusalén. Es apresado por los judíos en el templo.
Capítulo 22.  Pablo declara al pueblo la historia de su conversión. Se libra de la condena alegando el privilegio de ser ciudadano romano.
Capítulo 23.  Pablo comparece ante el consejo. Los judíos conspiran contra su muerte. Es enviado a Cesárea.
Capítulo 24.  Pablo defiende su inocencia ante el gobernador Félix. Le predica la fe.
Capítulo 25.  Pablo apela al César. El rey Agripa desea escucharlo.
Capítulo 26.  Pablo da cuenta a Agripa de su vida, conversión y vocación.
Capítulo 27.  Pablo se embarca hacia Roma. Su viaje y naufragio.
Capítulo 28.  Pablo, después de tres meses de estancia en Melita, continúa su viaje y llega a Roma. Su conferencia allí con los judíos.

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NOTA INTRODUCTORIA

Por Msr. Dr. Juan Straubinger

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El libro de los Hechos no pretende narrar lo que hizo cada uno de los apóstoles, sino que toma, como lo hicieron los evangelistas, los hechos principales que el Espíritu Santo ha sugerido al autor para alimento de nuestra fe (cf. Lc. 1:4; Jn. 20:31). Dios nos muestra aquí, con un interés histórico y dramático incomparable, lo que fue la vida y el apostolado de la Iglesia en los Primeros decenios (años 30-63 del nacimiento de Cristo), y el papel que en ellos desempeñaron los Príncipes de los Apóstoles, San Pedro (cap. 1-12) y San Pablo (cap. 13-28). La parte más extensa se dedica, pues, a los viajes, trabajos y triunfos de este Apóstol de los gentiles, hasta su primer cautiverio en Roma. Con esto se detiene el autor casi inopinadamente, dando la impresión de que pensaba escribir más adelante otro tratado.

No hay duda de que ese autor es la misma persona que escribió el tercer Evangelio. Terminado este, San Lucas retoma el hilo de la narración y compone el libro de los Hechos (véase 1:1), que dedica al mismo Teófilo (Lc. 1:1 ss.). Los santos Padres, principalmente S. Policarpo, S. Clemente Romano, S. Ignacio Mártir, S. Ireneo, S. Justino, etc., como también la crítica moderna, atestiguan y reconocen unánimemente que se trata de una obra de Lucas, nativo sirio antioqueno, médico, compañero y colaborador de S. Pablo, con quien se presenta él mismo en muchos pasajes de su relato (16:10-17; 20:5-15; 21:1-18; 27:128:16). Escribió, en griego, el idioma corriente entonces, de cuyo original procede la presente versión; pero su lenguaje contiene también aramaísmos que denuncian la nacionalidad del autor.

La composición data de Roma hacia el año 63, poco antes del fin de la primera prisión romana de S. Pablo, es decir, cinco años antes de su muerte y también antes de la terrible destrucción de Jerusalén (70 d. C.), o sea, cuando la vida y el culto de Israel continuaban normalmente.

El objeto de S. Lucas de este escrito es, como en su Evangelio. (Lc. 1:4), confirmarnos en la fe y enseñar la universalidad de la salud traída por Cristo, la cual se manifiesta primero entre los judíos de Jerusalén, después de Palestina y por fin entre los gentiles.

El cristiano de hoy, a menudo ignorante en esta materia, comprende así mucho mejor, gracias a este Libro, el verdadero carácter de la Iglesia y su íntima vinculación con el Antiguo Testamento y con el pueblo escogido de Israel, al ver que, como observa Fillion, antes de llegar a Roma con los apóstoles, la Iglesia tuvo su primer estadio en Jerusalén, donde había nacido (1:18:3); en su segundo estadio se extendió de Jerusalén a Judea y Samaria (8:411:18); tuvo un tercer estadio en Oriente con sede en Antioquía de Siria (11:1913:35), y finalmente se estableció en el mundo pagano y en su capital Roma (13:128:31), cumpliéndose así las palabras de Jesús a los apóstoles, cuando éstos reunidos lo interrogaron creyendo que iba a restituir inmediatamente el reino a Israel: “No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni momentos que ha fijado el Padre con su potestad. Pero cuando descienda sobre vosotros el Espíritu Santo recibiréis virtud y me seréis testigos en Jerusalén y en toda la Judea y Samaria y hasta los extremos de la tierra” (1:7 s.). Este testimonio del Espíritu Santo y de los apóstoles lo había anunciado Jesús (Jn. 15:26 s.) y lo ratifica S. Pedro (1:22; 2:32; 5:32, etc.).

El admirable Libro, cuya perfecta unidad reconoce aún la crítica más adversa, podría llamarse también de los “Hechos de Cristo Resucitado”. “Sin él, fuera de algunos rasgos esparcidos en las Epístolas de S. Pablo, en las Epístolas Católicas y en los raros fragmentos que nos restan de los primeros escritores eclesiásticos, no conoceríamos nada del origen de la Iglesia” (Fillion).

S. Jerónimo resume, en la carta al presbítero Paulino, su juicio sobre este divino Libro en las siguientes palabras: “El Libro de los Hechos de los Apóstoles parece contar una sencilla historia, y tejer la infancia de la Iglesia naciente. Mas, sabiendo que su autor es Lucas, el médico, “cuya alabanza está en el Evangelio” (2Cor 8:18), echaremos de ver que todas sus palabras son, a la vez que historia, medicina para el alma enferma”.

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HECHOS 1

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26

La ascensión de Cristo. Matías es elegido en lugar de Judas.


PRÓLOGO (Cap. 1 – Cap. 1:3)

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Inicio del Capítulo

1 El primer libro, oh Teófilo, hemos escrito acerca de todas las cosas desde que Jesús comenzó a obrar y enseñar, 2 hasta el día en que fue recibido en lo alto, después de haber instruido por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; 3 a los cuales también se mostró vivo después de su pasión, dándoles muchas pruebas, siendo visto de ellos por espacio de cuarenta días y hablando de las cosas del reino de Dios.


I. LA IGLESIA EN JERUSALÉN (Cap. 1:4 – Cap. 7)

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Inicio del Capítulo

ÚLTIMOS AVISOS DE JESÚS. 4 Comiendo con ellos, les mandó no apartarse de Jerusalén, sino esperar la promesa del Padre, la cual (dijo) oísteis de mi boca. 5 Porque Juan bautizó con agua, mas vosotros habéis de ser bautizados en Espíritu Santo, no muchos días después de éstos. 6 Ellos entonces, habiéndose reunido, le preguntaron, diciendo: “Señor, ¿es éste el tiempo en que restableces el reino para Israel?” 7 Mas Él les respondió: “No os corresponde conocer tiempos y ocasiones que el Padre ha fijado con su propia autoridad; 8 recibiréis, sí, potestad, cuando venga sobre vosotros el Espíritu Santo; y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea y Samaria, y hasta los extremos de la tierra”.

ASCENSIÓN DEL SEÑOR. 9 Dicho esto, fue elevado, viéndolo ellos, y una nube lo recibió (quitándolo) de sus ojos. 10 Y como ellos fijaron sus miradas en el cielo, mientras Él se alejaba, he aquí que dos varones, vestidos de blanco, se les habían puesto al lado, 11 los cuales les dijeron: “Varones de Galilea, ¿por qué quedáis aquí mirando al cielo? Este Jesús que de en medio de vosotros ha sido recogido en el cielo, vendrá de la misma manera que lo habéis visto ir al cielo”.

EN EL CENÁCULO DE JERUSALÉN. 12 Después de esto regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos que está cerca de Jerusalén, distante la caminata de un sábado. 13 Y luego que entraron, subieron al cenáculo, donde tenían su morada: Pedro, Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago de Alfeo, Simón el Zelote y Judas de Santiago. 14 Todos ellos perseveraban unánimes en oración, con las mujeres, con María, la madre de Jesús, y con los hermanos de Éste.

ELECCIÓN DEL APÓSTOL MATÍAS. 15 En aquellos días se levantó Pedro en medio de los hermanos y dijo –era el número de personas reunidas como de ciento veinte–: 16 “¡Varones, hermanos! era necesario que se cumpliera la Escritura que el Espíritu Santo predijo por boca de David acerca de Judas, el que condujo a los que prendieron a Jesús. 17 Porque él pertenecía a nuestro número y había recibido su parte en este ministerio. 18 Habiendo, pues, adquirido un campo con el premio de la iniquidad, cayó hacia adelante y reventó por medio, quedando derramadas todas sus entrañas. 19 Esto se hizo notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de manera que aquel lugar, en la lengua de ellos, ha sido llamado Hacéldama, esto es, campo de sangre. 20 Porque está escrito en el libro de los Salmos: “Su morada quede desierta, y no haya quién habite en ella”. Y: “Reciba otro su episcopado”. 21 Es, pues, necesario que de en medio de los varones que nos han acompañado durante todo el tiempo en que entre nosotros entró y salió el Señor Jesús, 22 empezando desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue recogido de en medio de nosotros en lo alto, se haga uno de ellos testigo con nosotros de Su resurrección”. 23 Y propusieron a dos: a José, llamado Barsabás, por sobrenombre Justo, y a Matías. 24 Y orando dijeron: “Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra a quién de estos dos has elegido 25 para que ocupe el puesto de este ministerio y apostolado del cual Judas se desvió para ir al lugar propio suyo”. 26 Y echándoles suertes, cayó la suerte sobre Matías, por lo cual éste fue agregado a los once apóstoles.

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HECHOS 2

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31  |  36  |  41  |  46

Los discípulos reciben el Espíritu Santo. El sermón de Pedro al pueblo. La piedad de los primeros conversos.

PENTECOSTÉS. 1 Al cumplirse el día de Pentecostés, se hallaban todos juntos en el mismo lugar, 2 cuando de repente sobrevino del cielo un ruido como de viento que soplaba con ímpetu, y llenó toda la casa donde estaban sentados. 3 Y se les aparecieron lenguas divididas, como de fuego, posándose sobre cada uno de ellos. 4 Todos fueron entonces llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, tal como el Espíritu les daba que hablasen.

EL MILAGRO DE LAS LENGUAS. 5 Habitaban en Jerusalén judíos, hombres piadosos de todas las naciones que hay bajo el cielo. 6 Al producirse ese ruido, acudieron muchas gentes y quedaron confundidas, por cuanto cada uno los oía hablar en su propio idioma. 7 Se pasmaban, pues, todos, y se asombraban diciéndose: “Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8 ¿Cómo es, pues, que los oímos cada uno en nuestra propia lengua en que hemos nacido? 9 Partos, medos, elamitas y los que habitan la Mesopotamia, Judea y Capadocia, el Ponto y el Asia, 10 Frigia y Panfilia, Egipto y las partes de la Libia por la región de Cirene, y los romanos que viven aquí, 11 así judíos como prosélitos, cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”. 12 Estando, pues, todos estupefactos y perplejos, se decían unos a otros: “¿Qué significa esto?” 13 Otros, en cambio, decían mofándose: “Están llenos de mosto”.

DISCURSO DE SAN PEDRO. 14 Entonces Pedro, poniéndose de pie, junto con los once, levantó su voz y les habló: “Varones de Judea y todos los que moráis en Jerusalén, tomad conocimiento de esto y escuchad mis palabras. 15 Porque éstos no están embriagados como sospecháis vosotros, pues no es más que la tercera hora del día; 16 sino que esto es lo que fue dicho por el profeta Joel: 17 «Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de mi espíritu sobre toda carne; profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros jóvenes tendrán visiones y vuestros ancianos verán sueños. 18 Hasta sobre mis esclavos y sobre mis esclavas derramaré de mi espíritu en aquellos días, y profetizarán. 19 Haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra, sangre, y fuego, y vapor de humo. 20 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que llegue el día del Señor, el día grande y celebre. 21 Y acaecerá que todo el que invocare el nombre del Señor, será salvo».

22 “Varones de Israel, escuchad estas palabras: A Jesús de Nazaret, hombre acreditado por Dios ante vosotros mediante obras poderosas, milagros y señales que Dios hizo por medio de Él entre vosotros, como vosotros mismos sabéis; 23 a Éste, entregado según el designio determinado y la presciencia de Dios, vosotros, por manos de inicuos, lo hicisteis morir, crucificándolo. 24 Pero Dios lo ha resucitado anulando los dolores de la muerte, puesto que era imposible que Él fuese dominado por ella. 25 Porque David dice respecto a Él: «Yo tenía siempre al Señor ante mis ojos, pues está a mi derecha para que yo no vacile. 26 Por tanto se llenó de alegría mi corazón, y exultó mi lengua; y aun mi carne reposará en esperanza. 27 Porque no dejarás mi alma en el infierno, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. 28 Me hiciste conocer las sendas de la vida, y me colmarás de gozo con tu Rostro».

29 “Varones, hermanos, permitidme hablaros con libertad acerca del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro se conserva en medio de nosotros hasta el día de hoy. 30 Siendo profeta y sabiendo que Dios le había prometido con juramento que uno de sus descendientes se había de sentar sobre su trono, 31 habló proféticamente de la resurrección de Cristo diciendo: que Él ni fue dejado en el infierno ni su carne vio corrupción. 32 A este Jesús Dios le ha resucitado, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Elevado, pues, a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, Él ha derramado a Éste a quien vosotros estáis viendo y oyendo. 34 Porque David no subió a los cielos; antes él mismo dice: «Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 35 hasta que ponga Yo a tus enemigos por tarima de tus pies». 36 Por lo cual sepa toda la casa de Israel con certeza que Dios ha constituido Señor y Cristo a este mismo Jesús que vosotros clavasteis en la cruz”.

FRUTOS DEL DISCURSO DE PEDRO. 37 Al oír esto ellos se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: “Varones, hermanos, ¿qué es lo que hemos de hacer?” 38 Respondióles Pedro: “Arrepentíos, dijo, y bautizaos cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Pues para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, cuantos llamare el Señor Dios nuestro”. 40 Con otras muchas palabras dio testimonio, y los exhortaba diciendo: “Salvaos de esta generación perversa”. 41 Aquellos, pues, que aceptaron sus palabras, fueron bautizados y se agregaron en aquel día cerca de tres mil almas.

VIDA DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS. 42 Ellos perseveraban en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. 43 Y sobre todos vino temor, y eran muchos los prodigios y milagros obrados por los apóstoles. 44 Todos los creyentes vivían unidos, y todo lo tenían en común. 45 Vendían sus posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. 46 Todos los días perseveraban unánimemente en el Templo, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y amados de todo el pueblo; y cada día añadía el Señor a la unidad los que se salvaban.

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HECHOS 3

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26

El milagro sobre el cojo, seguido de la conversión de muchos.

CURACIÓN DE UN TULLIDO DE NACIMIENTO. 1 Pedro y Juan subían al Templo a la hora de la oración, la de nona, 2 y era llevado un hombre, tullido desde el seno de su madre, al cual ponían todos los días a la puerta del Templo, llamada la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban al Templo. 3 Viendo éste a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, les imploraba para recibir limosna. 4 Mas Pedro, fijando con Juan la vista en él, dijo: “Dirige tu mirada hacia nosotros”. 5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. 6 Mas Pedro dijo: “No tengo plata ni oro; pero lo que tengo eso te doy. En el nombre de Jesucristo el Nazareno, levántate y anda”; 7 y tomándolo de la mano derecha lo levantó. Al instante se le consolidaron los pies y los tobillos, 8 y dando un salto se puso en pie y caminaba. Entró entonces con ellos en el Templo, andando y saltando y alabando a Dios. 9 Todo el pueblo le vio como andaba y alababa a Dios. 10 Y lo reconocieron, como que él era aquel que solía estar sentado a la Puerta Hermosa del Templo, para pedir limosna, por lo cual quedaron atónitos y llenos de asombro a causa de lo que le había sucedido.

PEDRO HABLA A LA MUCHEDUMBRE. 11 Mientras él aun detenía a Pedro y a Juan, todo el pueblo, lleno de asombro, vino corriendo hacia ellos, al pórtico llamado de Salomón. 12 Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: “Varones de Israel, ¿por qué os maravilláis de esto, o por qué nos miráis a nosotros como si por propia virtud o por propia piedad hubiésemos hecho andar a este hombre? 13 El Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado a su Siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste juzgaba ponerle en libertad. 14 Vosotros negasteis al Santo y Justo y pedisteis que se os diese en gracia un hombre homicida; 15 y disteis muerte al autor de la vida, a quien Dios ha levantado de entre los muertos; de lo cual nosotros somos testigos. 16 Por la fe en su nombre, a éste a quien vosotros veis y conocéis, Su nombre le ha fortalecido; y la fe que de Él viene, es la que le dio esta perfecta salud delante de todos vosotros”.

PEDRO EXHORTA AL PUEBLO A CREER EN CRISTO. 17 “Ahora bien, oh hermanos, yo sé que por ignorancia obrasteis lo mismo que vuestros jefes. 18 Mas Dios ha cumplido de esta manera lo vaticinado, por boca de todos los profetas: que padecerá el Cristo suyo. 19 Arrepentíos, pues, y convertíos, para que se borren vuestros pecados, 20 de modo que vengan los tiempos del refrigerio de parte del Señor y que Él envíe a Jesús, el Cristo, el cual ha sido predestinado para vosotros. 21 A Éste es necesario que lo reciba el cielo hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de las que Dios ha hablado desde antiguo por boca de sus santos profetas. 22 Porque Moisés ha anunciado: El Señor Dios vuestro os suscitará un profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a Él habéis de escuchar en todo cuanto os diga; 23 y toda alma que no escuchare a aquel Profeta, será exterminada de en medio del pueblo. 24 Todos los profetas, desde Samuel y los que lo siguieron, todos los que han hablado, han anunciado asimismo estos días. 25 Vosotros sois hijos de los profetas y de la alianza que Dios estableció con nuestros padres, diciendo a Abrahán: Y en tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra. 26 Para vosotros en primer lugar Dios ha resucitado a su Siervo y le ha enviado a bendeciros, a fin de apartar a cada uno de vosotros de vuestras iniquidades”.

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HECHOS 4

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31  |  36

Pedro y Juan son apresados. Su constancia. La iglesia crece.

PEDRO Y JUAN ENCARCELADOS. 1 Mientras estaban hablando al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes, con el capitán del Templo, y los saduceos, 2 indignados de que enseñasen al pueblo y predicasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3 Les echaron mano y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque ya era tarde. 4 Muchos, sin embargo, de los que habían oído la Palabra creyeron, y el número de los varones llegó a cerca de cinco mil.

PEDRO Y JUAN ANTE EL SINEDRIO. 5 Y acaeció que al día siguiente se congregaron en Jerusalén los jefes de ellos, los ancianos y los escribas, 6 y el Sumo Sacerdote Anás, y Caifás, Juan y Alejandro y los que eran del linaje de los príncipes de los sacerdotes. 7 Los pusieron en medio y les preguntaron: “¿Con qué poder o en qué nombre habéis hecho vosotros esto?” 8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les respondió: “Príncipes del pueblo y ancianos, 9 si nosotros hoy somos interrogados acerca del bien hecho a un hombre enfermo, por virtud de quién éste haya sido sanado, 10 sea notorio a todos vosotros y a todo el pueblo de Israel, que en nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios ha resucitado de entre los muertos, por Él se presenta sano este hombre delante de vosotros. 11 Ésta es la piedra que fue desechada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo; 12 y no hay salvación en ningún otro. Pues debajo del cielo no hay otro nombre dado a los hombres, por medio del cual podemos salvarnos”.

AMENAZAS DEL SINEDRIO. 13 Viendo ellos el denuedo de Pedro y Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras e incultos, se admiraron y cayeron en la cuenta de que habían estado con Jesús; 14 por otra parte, viendo al hombre que había sido sanado, de pie en medio de ellos, nada podían decir en contra. 15 Mandaron entonces que saliesen del Sinedrio, y deliberaron entre sí, 16 diciendo: “¿Qué haremos con estos hombres? Pues se ha hecho por ellos un milagro evidente, notorio a todos los habitantes de Jerusalén, y no lo podemos negar. 17 Pero a fin de que no se divulgue más en el pueblo, amenacémoslos para que en adelante no hablen más en este nombre a persona alguna”. 18 Los llamaron, pues, y les intimaron que de ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. 19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: “Juzgad vosotros si es justo delante dé Dios obedeceros a vosotros más que a Dios. 20 Porque nosotros no podemos dejar de hablar lo que hemos visto y oído”. 21 Y así los despacharon amenazándoles, mas no hallando cómo castigarlos, por temor del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo sucedido. 22 Pues era de más de cuarenta años el hombre en quien se había obrado esta curación milagrosa.

ACCIÓN DE GRACIAS DE LOS FIELES. 23 Puestos en libertad, llegaron a los suyos y les contaron cuantas cosas les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. 24 Ellos al oírlo, levantaron unánimes la voz a Dios y dijeron: “Señor, Tú eres el que hiciste el cielo y la tierra y el mar y todo cuanto en ellos se contiene; 25 Tú el que mediante el Espíritu Santo, por boca de David, nuestro padre y siervo tuyo, dijiste: «¿Por qué se han alborotado las naciones, y los pueblos han forjado cosas vanas? 26 Levantáronse los reyes de la tierra, y los príncipes se han coligado contra el Señor y contra su Ungido». 27 Porque verdaderamente se han juntado en esta ciudad contra Jesús su santo Siervo, a quien Tú ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y los pueblos de Israel, 28 para hacer lo que tu mano y tu designio había determinado que se hiciese. 29 Ahora, pues, Señor, mira las amenazas de ellos, y da a tus siervos que prediquen con toda libertad tu palabra, 30 extendiendo tu mano para que se hagan curaciones, prodigios y portentos por el nombre de Jesús el santo Siervo tuyo”. 31 Acabada la oración, tembló el lugar en que estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaban con toda libertad la palabra de Dios.

LA CARIDAD DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS. 32 La multitud de los fieles tenía un mismo corazón y una misma alma, y ninguno decía ser suya propia cosa alguna de las que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. 33 Y con gran, fortaleza los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y gracia abundante era sobre todos ellos. 34 Porque no había entre ellos persona pobre, pues todos cuantos poseían campos o casas, los vendían, traían el precio de las cosas vendidas, 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se distribuía a cada uno según la necesidad que tenía. 36 Así también José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé, lo que significa “Hijo de consolación”, levita y natural de Chipre, 37 tenía un campo que vendió y cuyo precio trajo poniéndolo a los pies de los apóstoles.

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HECHOS 5

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31  |  36  |  41

El juicio de Dios sobre Ananías y Safira. Los apóstoles son encarcelados.

ANANÍAS Y SAFIRA. 1 Un hombre llamado Ananías, con Safira, su mujer, vendió una posesión, 2 pero retuvo parte del precio, con acuerdo de su mujer, y trayendo una parte la puso a los pies de los apóstoles. 3 Mas Pedro dijo: “Ananías, ¿cómo es que Satanás ha llenado tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, reteniendo parte del valor del campo? 4 Quedándote con él ¿no era tuyo? Y aun vendido ¿no quedaba (el precio) a tu disposición? ¿Por qué urdiste tal cosa en tu corazón? No has mentido a hombres sino a Dios”. 5 Al oír Ananías estas palabras, cayó en tierra y expiró. Y sobrevino un gran temor sobre todos los que supieron. 6 Luego los jóvenes se levantaron, lo envolvieron y sacándolo fuera le dieron sepultura. 7 Sucedió entonces que pasadas como tres horas entró su mujer, sin saber lo acaecido; 8 a la cual Pedro dirigió la palabra: “Dime, ¿es verdad que vendisteis el campo en tanto?” “Sí, respondió ella, en tanto”. 9 Entonces Pedro le dijo: “¿Por qué os habéis concertado para tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de aquellos que enterraron a tu marido, y te llevarán también a ti”. 10 Al momento ella cayó a sus pies y expiró; con que entraron los jóvenes, la encontraron muerta y la llevaron para enterrarla junto a su marido. 11 Y se apoderó gran temor de toda la Iglesia y de todos los que oyeron tal cosa.

MILAGROS DE LOS APÓSTOLES. 12 Hacíanse por manos de los apóstoles muchos milagros y prodigios en el pueblo; y todos se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón. 13 De los demás nadie se atrevía a juntarse con ellos, pero el pueblo los tenía en gran estima. 14 Agregáronse todavía más creyentes al Señor, muchedumbre de hombres y mujeres, 15 de tal manera que sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en camillas y lechos, para que al pasar Pedro, siquiera su sombra cayese sobre uno de ellos. 16 Concurría también mucha gente de las ciudades vecinas de Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos, los cuales eran sanados todos.

NUEVA PERSECUCIÓN. 17 Levantóse entonces el Sumo Sacerdote y todos los que estaban con él –eran de la secta de los saduceos– y llenos de celo 18 echaron mano a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. 19 Mas un ángel del Señor abrió por la noche las puertas de la cárcel, los sacó fuera y dijo: 20 “Id, y puestos en pie en el Templo, predicad al pueblo todas las palabras de esta vida”. 21 Ellos, oído esto, entraron al rayar el alba en el Templo y enseñaban. Entretanto, llegó el Sumo Sacerdote y los que estaban con él, y después de convocar al sinedrio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, enviaron a la cárcel para que (los apóstoles) fuesen presentados; 22 mas los satélites que habían ido no los encontraron en la cárcel. Volvieron, pues, y dieron la siguiente noticia: 23 “La prisión la hemos hallado cerrada con toda diligencia, y a los guardias de pie delante de las puertas, mas cuando abrimos no encontramos a nadie dentro”. 24 Al oír tales nuevas, tanto el jefe de la guardia del Templo como los pontífices, estaban perplejos con respecto a lo que podría ser aquello. 25 Llegó entonces un hombre y les avisó: “Mirad, esos varones que pusisteis en la cárcel, están en el Templo y enseñan al pueblo”. 26 Fue, pues, el jefe de la guardia con los satélites, y los trajo, pero sin hacerles violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. 27 Después de haberlos traído, los presentaron ante el sinedrio y los interrogó el Sumo Sacerdote, 28 diciendo: “Os hemos prohibido terminantemente enseñar en este nombre, y he aquí que habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina y queréis traer la sangre de este hombre sobre nosotros”. 29 A lo cual respondieron Pedro y los apóstoles: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. 30 El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, a quien vosotros hicisteis morir colgándole en un madero. 31 A Éste ensalzó Dios con su diestra a ser Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y remisión de los pecados. 32 Y nosotros somos testigos de estas cosas, y también lo es el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen”. 33 Ellos, empero, al oírlos se enfurecían y deliberaban cómo matarlos.

DISCURSO DE GAMALIEL. 34 Pero se levantó en medio del consejo cierto fariseo, por nombre Gamaliel, doctor de la Ley, respetado de todo el pueblo, el cual mandó que hiciesen salir fuera a aquellos hombres por breve tiempo; 35 y les dijo: “Varones de Israel, considerad bien lo que vais a hacer con estos hombres. 36 Porque antes de estos días se levantó Teudas diciendo que él era alguien. A él se asociaron alrededor de cuatrocientos hombres, pero fue muerto, y todos los que le seguían quedaron dispersos y reducidos a la nada. 37 Después de éste se sublevó Judas el Galileo en los días del empadronamiento y arrastró tras sí mucha gente. Él también pereció, y se dispersaron todos sus secuaces. 38 Ahora, pues, os digo, dejad a estos hombres y soltadlos, porque si esta idea u obra viene de hombres, será desbaratada; 39 pero si de Dios viene, no podréis destruirla, no sea que os halléis peleando contra Dios”. Siguieron ellos su opinión; 40 y después de llamar a los apóstoles y azotarlos, les mandaron que no hablasen más en el nombre de Jesús, y los despacharon. 41 Mas ellos salieron gozosos de la presencia del sinedrio, porque habían sido hallados dignos de sufrir desprecio por el nombre (de Jesús). 42 No cesaban todos los días de enseñar y anunciar a Cristo Jesús tanto en el Templo como por las casas.

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HECHOS 6

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Versículos:  01  |  06  |  11

La ordenación de los siete diáconos. El celo de Esteban.

ELECCIÓN DE LOS SIETE DIÁCONOS. 1 En aquellos días al crecer el número de los discípulos, se produjo una queja de los griegos contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en el suministro cotidiano. 2 Por lo cual los doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: “No es justo que nosotros descuidemos la palabra de Dios para servir a las mesas. 3 Elegid, pues, oh hermanos, de entre vosotros a siete varones de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, a los cuales entreguemos este cargo. 4 Nosotros, empero, perseveraremos en la oración y en el ministerio de la palabra”. 5 Agradó esta proposición a toda la asamblea, y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía. 6 A éstos los presentaron a los apóstoles, los cuales, habiendo hecho oración, les impusieron las manos. 7 Mientras tanto la palabra de Dios iba creciendo, y aumentaba sobremanera el número de los discípulos en Jerusalén. También muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.

CELO Y VIRTUD DE ESTEBAN. 8 Esteban, lleno de gracia y de poder, obraba grandes prodigios y milagros en el pueblo. 9 Por lo cual se levantaron algunos de la sinagoga llamada de los libertinos, de los cireneos, de los alejandrinos y de los de Cilicia y Asia, y disputaron con Esteban, 10 mas no podían resistir a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. 11 Entonces sobornaron a algunos hombres que decían: “Le hemos oído proferir palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios”. 12 También alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y cayendo sobre él, lo arrebataron y lo llevaron al sinedrio, 13 presentando testigos falsos que decían: “Este hombre no deja de proferir palabras contra el lugar santo y contra la Ley. 14 Porque le hemos oído decir que Jesús, el Nazareno, destruirá este lugar y mudará las costumbres que nos ha transmitido Moisés”. 15 Y fijando en él los, ojos todos los que estaban sentados en el sinedrio, vieron su rostro como el rostro de un ángel.

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HECHOS 7

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31  |  36  |  41  |  46  |  51  |  56

El discurso de Esteban ante el concilio. Su martirio.

DISCURSO DE SAN ESTEBAN ANTE EL SINEDRIO. 1 Dijo entonces el Sumo Sacerdote: “¿Es esto así?” 2 Respondió él: “Varones hermanos y padres, escuchad. El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abrahán cuando moraba en Mesopotamia, antes que habitase en Harán. 3 Y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que Yo te mostraré. 4 Salió entonces de la tierra de los caldeos y habitó en Harán. Y de allí después de la muerte de su padre, lo trasladó (Dios) a esta tierra la cual vosotros ahora habitáis. 5 Mas no le dio en ella herencia alguna, ni siquiera de un pie de tierra; pero prometió dársela en posesión a él y a su descendencia después de él, a pesar de que no tenía hijos. 6 Díjole, empero, Dios que su descendencia moraría en tierra extraña, y que la reducirían a servidumbre y la maltratarían por espacio de cuatrocientos años. 7 Y Yo juzgaré a esa nación a la cual servirán, dijo Dios, y después de esto, saldrán y me adorarán en este lugar. También les dio la alianza de la circuncisión; 8 y así engendró a Isaac, al cual circuncidó a los ocho días, e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas. 9 Mas los patriarcas movidos por celos vendieron a José a Egipto; pero Dios estaba con él. 10 Le libró de todas sus tribulaciones y le dio gracia y sabiduría delante del Faraón, rey de Egipto, el cual le constituyó gobernador de Egipto y de toda su casa. 11 Vino entonces el hambre sobre todo Egipto y Canaán, y una tribulación extrema, y nuestros padres no hallaban sustento. 12 Mas cuando Jacob supo que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres por primera vez. 13 En la segunda, José se dio a conocer a sus hermanos, y fue descubierto su linaje al Faraón. 14 José envió, pues, y llamó a su padre Jacob y toda su parentela, setenta y cinco personas. 15 Por lo tanto Jacob bajó a Egipto, donde murió él y nuestros padres, 16 los cuales fueron trasladados a Siquem y sepultados en el sepulcro que Abrahán habla comprado de los hijos de Hemor en Siquem a precio de plata. 17 Mas, en tanto que se acercaba el tiempo de la promesa que Dios había hecho a Abrahán, creció el pueblo y se hizo grande en Egipto, 18 hasta que se levantó en Egipto otro rey que no conocía a José. 19 Éste, engañando a nuestra nación, hizo sufrir a nuestros padres, obligándolos a exponer los niños para que no se propagasen. 20 En aquel tiempo nació Moisés, hermoso a los ojos de Dios, que fue criado por tres meses en la casa de su padre. 21 Cuando al fin lo expusieron, lo recogió la hija del Faraón y lo crió para sí como hijo suyo. 22 Así que Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y llegó a ser poderoso en sus palabras y obras. 23 Mas al cumplir los cuarenta años, le vino el deseo de ver a sus hermanos, los hijos de Israel. 24 Y viendo a uno que padecía injusticia, lo defendió y vengó al injuriado, matando al egipcio. 25 Creía que sus hermanos comprenderían que por su medio Dios les daba libertad; mas ellos no lo entendieron. 26 Al día siguiente se presentó a unos que reñían, y trataba de ponerlos en paz diciendo: “Hombres, sois hermanos. ¿Cómo es que os hacéis injuria uno a otro?” 27 Mas aquel que hacía la injuria a su prójimo, le rechazó diciendo: “¿Quién te ha constituido príncipe y juez sobre nosotros? 28 ¿Acaso quieres matarme como mataste ayer al egipcio?” 29 Al oír tal palabra, Moisés huyó y vivió como extranjero en la tierra de Madián, donde engendró dos hijos”.

30 “Cumplidos cuarenta años se le apareció en el desierto del monte Sina un ángel entre las llamas de una zarza ardiente. 31 Al ver este espectáculo se admiró Moisés y acercándose para mirarlo, le vino una voz del Señor. 32 «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán y de Isaac y de Jacob». Pero Moisés, sobrecogido de espanto, no osaba mirar. 33 Díjole entonces el Señor: «Quítate el calzado de tus pies, pues el lugar donde estás es tierra santa. 34 He visto bien la vejación de mi pueblo en Egipto, he oído sus gemidos, y he descendido para librarlos. Ven, pues, ahora, para que te envíe a Egipto».

35 “A este Moisés, a quien negaron diciendo: ¿Quién te ha constituido príncipe y juez?, a éste envió Dios para ser caudillo y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza. 36 Éste mismo los sacó, haciendo prodigios y milagros en la tierra de Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto por espacio de cuarenta años. 37 Este es aquel Moisés que dijo a los hijos de Israel: «Dios os suscitará un profeta de entre vuestros hermanos, como a mí». 38 Este es aquel que estuvo en medio del pueblo congregado en el desierto, con el ángel que le hablaba en el monte Sina, y con nuestros padres; el cual recibió también palabras de vida para dároslas. 39 A éste no quisieron someterse nuestros padres; antes bien lo desecharon y con sus corazones se volvieron a Egipto, 40 diciendo a Aarón: «Haznos dioses que vayan delante de nosotros; pues no sabemos qué ha sido de este Moisés que nos sacó de la tierra de Egipto». 41 En aquellos días fabricaron un becerro, y ofreciendo sacrificios al ídolo se regocijaron en las obras de sus manos. 42 Entonces Dios les volvió las espaldas, abandonándolos al culto de la milicia del cielo, como está escrito en el libro de los Profetas: «¿Por ventura me ofrecisteis víctimas y sacrificios durante los cuarenta años en el desierto, oh casa de Israel? 43 Alzasteis el tabernáculo de Moloc, y el astro del dios Refán, las figuras que fabricasteis para adorarlas; por lo cual os transportaré más allá de Babilonia».

44 “Nuestros padres tenían en el desierto el tabernáculo del testimonio, conforme a la orden de Aquel que a Moisés mandó hacerlo según el modelo que había visto. 45 Recibiéronlo nuestros padres y lo introdujeron también con Jesús cuando tomaron posesión de las naciones que Dios expulsaba delante de nuestros padres, hasta los días de David; 46 el cual halló gracia ante Dios y suplicó por hallar una habitación para el Dios de Jacob. 47 Pero fue Salomón el que le edificó una casa. 48 Sin embargo, el Altísimo no habita en casas hechas por mano de hombres, como dice el Profeta: 49 «El cielo, es mi trono, y la tierra la tarima de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis?, dice el Señor, ¿o cuál es el lugar de mi descanso? 50 ¿Por ventura no es mi mano la que hizo todo esto?» 51 Hombres de dura cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros siempre habéis resistido al Espíritu Santo; como vuestros padres, así vosotros. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres?; y dieron muerte a los que vaticinaban acerca de la venida del Justo, a quien vosotros ahora habéis entregado y matado; 53 vosotros, que recibisteis la Ley por disposición de los ángeles, mas no la habéis guardado”.

MARTIRIO DE ESTEBAN. 54 Como oyesen esto, se enfurecieron en sus corazones y crujían los dientes contra él. 55 Mas, lleno del Espíritu Santo y clavando los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios, 56 y exclamó: “He aquí que veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está de pie a la diestra de Dios. 57 Mas ellos, clamando con gran gritería, se taparon los oídos, y, arrojándose a una sobre él, lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon. 58 Los testigos depositaron sus vestidos a los pies de un joven que se llamaba Saulo. 59 Apedrearon a Esteban, el cual oraba diciendo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: “Señor, no les imputes este pecado”. Dicho esto se durmió.

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II. CRECIMIENTO DE LA IGLESIA EN PALESTINA Y SIRIA (Cap. 8 – Cap. 12)

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HECHOS 8

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Felipe convierte a los samaritanos y bautiza al eunuco.

PERSECUCIÓN EN JERUSALÉN. 1 Saulo, empero, consentía en la muerte de él (de Esteban). Levantóse en aquellos días una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén, por lo cual todos, menos los apóstoles se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. 2 A Esteban le dieron sepultura algunos hombres piadosos e hicieron sobre él gran duelo. 3 Entretanto, Saulo devastaba la Iglesia, y penetrando en las casas arrastraba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel.

PREDICACIÓN DEL EVANGELIO EN SAMARIA. 4 Los dispersos andaban de un lugar a otro predicando la palabra. 5 Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicóles a Cristo. 6 Mucha gente atendía a una a las palabras de Felipe, oyendo y viendo los milagros que obraba. 7 De muchos que tenían espíritus inmundos, éstos salían, dando grandes gritos, y muchos paralíticos y cojos fueron sanados; 8 por lo cual se llenó de gozo aquella ciudad.

SIMÓN MAGO. 9 Había en la ciudad, desde tiempo atrás, un hombre llamado Simón, el cual ejercitaba la magia y asombraba al pueblo de Samaria diciendo ser él un gran personaje. 10 A él escuchaban todos, atentos desde el menor hasta el mayor, diciendo: Éste es la virtud de Dios, la que se llama grande. 11 Le prestaban atención porque por mucho tiempo los tenía asombrados con sus artes mágicas. 12 Mas, cuando creyeron a Felipe, que predicaba el reino de Dios y el nombre de Jesucristo, hombres y mujeres se bautizaron. 13 Creyó también el mismo Simón, y después de bautizado se allegó a Felipe y quedó atónito al ver los milagros y portentos grandes que se hacían.

PEDRO Y JUAN VAN A SAMARIA. 14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios les enviaron a Pedro y a Juan, 15 los cuales habiendo bajado, hicieron oración por ellos para que recibiesen al Espíritu Santo; 16 porque no había aún descendido sobre ninguno de ellos, sino que tan sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces les impusieron las manos y ellos recibieron al Espíritu Santo.

CONDENACIÓN DE SIMÓN MAGO. 18 Viendo Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció bienes, 19 diciendo: “Dadme a mí también esta potestad, para que todo aquel a quien imponga yo las manos reciba al Espíritu Santo”. 20 Mas Pedro le respondió: “Tu dinero sea contigo para perdición tuya, por cuanto has creído poder adquirir el don de Dios por dinero. 21 Tú no tienes parte ni suerte en esta palabra, pues tu corazón no es recto delante de Dios. 22 Por tanto haz arrepentimiento de esta maldad tuya y ruega a Dios, tal vez te sea perdonado lo que piensas en tu corazón. 23 Porque te veo lleno de amarga hiel y en lazo de iniquidad”. 24 Respondió Simón y dijo: “Rogad vosotros por mí al Señor, para que no venga sobre mí ninguna de las cosas que habéis dicho”. 25 Ellos, pues, habiendo dado testimonio y predicado la palabra de Dios, regresaron a Jerusalén y evangelizaron muchas aldeas de los samaritanos.

FELIPE BAUTIZA AL ETÍOPE. 26 Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el mediodía, al camino que baja de Jerusalén a Gaza, el cual es el desierto. 27 Levantóse y se fue, y he aquí que un hombre etíope, eunuco, valido de Candace, reina de los etíopes, y superintendente de todos los tesoros de ella, había venido a Jerusalén a hacer adoración. 28 Iba de regreso y, sentado en el carruaje, leía al profeta Isaías. 29 Dijo entonces el Espíritu a Felipe: “Acércate y allégate a ese carruaje”. 30 Corrió, pues, Felipe hacia allá y oyendo su lectura del profeta Isaías, le preguntó: “¿Entiendes lo que estás leyendo?” 31 Respondió él: “¿Cómo podría si no hay quien me sirva de guía?” Invitó, pues, a Felipe, a que subiese y se sentase a su lado. 32 El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era éste “Como una oveja fue conducido al matadero, y como un cordero enmudece delante del que lo trasquila, así él no abre su boca. 33 En la humillación suya ha sido terminado su juicio. ¿Quién explicará su generación, puesto que su vida es arrancada de la tierra?” 34 Respondiendo el eunuco preguntó a Felipe: “Ruégote ¿de quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo o de algún otro?” 35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando por esta Escritura, le anunció la Buena Nueva de Jesús. 36 Prosiguiendo el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco: “Ve ahí agua. ¿Qué me impide ser bautizado?” [37] 38 Y mandó parar el carruaje, y ambos bajaron al agua, Felipe y el eunuco, y (Felipe) le bautizó. 39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe, de manera que el eunuco no le vio más; el cual prosiguió su viaje lleno de gozo. 40 Mas Felipe se encontró en Azoto, y pasando por todas las ciudades anunció el Evangelio hasta llegar a Cesarea.

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HECHOS 9

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La conversión y el celo de Pablo. Pedro cura a Eneas y resucita a Tabita.

SAULO EN EL CAMINO DE DAMASCO. 1 Saulo que todavía respiraba amenaza y muerte contra los discípulos del Señor, fue al Sumo Sacerdote 2 y le pidió cartas para Damasco, a las sinagogas, con el fin de traer presos a Jerusalén a cuantos hallase de esta religión, hombres y mujeres. 3 Yendo por el camino, ya cerca de Damasco, de repente una luz del cielo resplandeció a su rededor; 4 y caído en tierra oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” 5 Respondió él: “¿Quién eres, Señor?” Díjole Éste: “Yo soy Jesús a quien tú persigues. 6 Mas levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que has de hacer”. 7 Los hombres que con él viajaban se habían parados atónitos, oyendo, por cierto, la voz, pero no viendo a nadie. 8 Levantóse, entonces, Saulo de la tierra, mas al abrir sus ojos no veía nada. Por lo tanto lo tomaron de la mano y lo condujeron a Damasco. 9 Tres días estuvo privado de la vista, y no comió ni bebió.

CONVERSIÓN Y BAUTISMO DE SAULO. 10 Vivía en Damasco cierto discípulo, por nombre Ananías, al cual el Señor dijo en una visión: “¡Ananías!”, y él respondió: “Aquí me tienes. Señor”. 11 Díjole entonces el Señor: “Levántate y ve a la calle llamada «la Recta», y pregunta en casa de Judas por un hombre llamado Saulo de Tarso, porque él está en oración”; 12 y (Saulo) vio a un hombre llamado Ananías, cómo entraba y le imponía las manos para que recobrase la vista. 13 A lo cual respondió Ananías: “Señor, he oído de muchos respecto a este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén. 14 y aquí está con poderes de los sumos sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre”. 15 Mas el Señor le replicó: “Anda, porque un instrumento escogido es para mí ese mismo, a fin de llevar mi nombre delante de naciones y reyes e hijos de Israel; 16 porque Yo le mostraré cuánto tendrá que sufrir por mi nombre”. 17 Fuése, pues, Ananías, entró en la casa y le impuso las manos, diciendo: “Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo”. 18 Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas y recobró la vista; luego se levantó y fue bautizado. 19 Tomó después alimento y se fortaleció.

SAULO PREDICA EN DAMASCO. Apenas estuvo algunos días con los discípulos que se hallaban en Damasco, 20 cuando empezó a predicar en las sinagogas a Jesús, como que Éste es el Hijo de Dios. 21 Y todos los que le oían, estaban pasmados y decían: “¿No es éste aquel que destrozaba en Jerusalén a los que invocan este nombre, y aquí había venido con el propósito de llevarlos atados ante los sumos sacerdotes?” 22 Saulo, empero, fortalecíase cada día más y confundía a los judíos que vivían en Damasco, afirmando que Éste es el Cristo.

SAULO SE RETIRA A SU PATRIA. 23 Bastantes días más tarde, los judíos tomaron la resolución de quitarle la vida. 24 Mas Saulo fue advertido de sus asechanzas; pues ellos custodiaban las puertas día y noche a fin de matarlo. 25 Entonces los discípulos tomándolo de noche, lo descolgaron por el muro, bajándolo en un canasto. 26 Llegado a Jerusalén, procuraba juntarse con los discípulos, más todos recelaban de él, por que no creían que fuese discípulo. 27 Entonces lo tomó Bernabé y lo condujo a los apóstoles, contándoles cómo en el camino había visto al Señor y que Éste le había hablado y cómo en Damasco había predicado con valentía en el nombre de Jesús. 28 Así estaba con ellos, entrando y saliendo, en Jerusalén y predicando sin rebozo en el nombre del Señor. 29 Conversaba también con los griegos y disputaba con ellos. Mas éstos intentaron matarlo. 30 Los discípulos, al saberlo, lleváronlo a Cesarea y lo enviaron a Tarso.

SAN PEDRO EN LIDDA. 31 Entretanto, la Iglesia, por toda Judea y Galilea y Samaria, gozaba de paz y se edificaba caminando en el temor del Señor, y se iba aumentando por la consolación del Espíritu Santo. 32 Sucedió entonces que yendo Pedro a todas partes llegó también a los santos que moraban en Lidda. 33 Encontró allí un hombre llamado Eneas que desde hacía ocho años estaba tendido en un lecho, porque era paralítico. 34 Díjole Pedro: “Eneas, Jesucristo te sana. Levántate y hazte tú mismo la cama”. Al instante se levantó, 35 y lo vieron todos los que vivían en Lidda y en Sarona, los cuales se convirtieron al Señor.

SAN PEDRO EN JOPPE. 36 Había en Joppe una discípula por nombre Tabita, lo que traducido significa Dorcás (Gacela). Estaba ésta llena de buenas obras y de las limosnas que hacía, 37 Sucedió en aquellos días que cayó enferma y murió. Lavaron su cadáver y la pusieron en el aposento alto. 38 Mas como Lidda está cerca de Joppe, los discípulos oyendo que Pedro se hallaba allí, le enviaron dos hombres suplicándole: “No tardes en venir hasta nosotros”. 39 Levantóse, pues, Pedro y fue con ellos. Apenas hubo llegado, cuando lo condujeron al aposento alto, y se le presentaron todas las viudas llorando y mostrándole las túnicas y los vestidos que Dorcás les había hecho estando entre ellas. 40 Mas Pedro hizo salir a todos, se puso de rodillas e hizo oración; después, dirigiéndose al cadáver, dijo: “¡Tabita, levántate!” Y ella abrió los ojos y viendo a Pedro se incorporó. 41 Él, dándole la mano, la puso en pie y habiendo llamado a los santos y a las viudas, se la presentó viva. 42 Esto se hizo notorio por toda Joppe, y muchos creyeron en el Señor. 43 Se detuvo Pedro en Joppe bastantes días, en casa de cierto Simón, curtidor.

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HECHOS 10

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Cornelio es recibido en la Iglesia. La visión de Pedro.

VISIÓN DEL CENTURIÓN CORNELIO DE CESAREA. 1 Había en Cesarea un varón de nombre Cornelio, centurión de la cohorte denominada Itálica. 2 Era piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, daba muchas limosnas al pueblo y hacía continua oración a Dios. 3 Éste vio con toda claridad en una visión, a eso de la hora nona, a un ángel de Dios que entraba a él y le decía: “¡Cornelio!” 4 Y él, mirándolo fijamente y sobrecogido de temor preguntó: “¿Qué es esto, Señor?” Respondióle: “Tus oraciones y limosnas han subido como recuerdo delante de Dios. 5 Envía, pues, ahora, algunos hombres a Joppe y haz venir a cierto Simón, por sobrenombre Pedro, 6 que está hospedado en casa de un tal Simón, curtidor, el cual habita cerca del mar”. 7 Cuando hubo partido el ángel que le hablaba, llamó a dos de sus sirvientes y a un soldado piadoso de los que estaban siempre con él, 8 a los cuales explicó todo y los mandó a Joppe.

VISIÓN DE PEDRO EN JOPPE. 9 Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban ya a la ciudad, subió Pedro a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. 10 Teniendo hambre quiso comer, pero mientras le preparaban la comida, le sobrevino un éxtasis. 11 Vio el cielo abierto y un objeto como lienzo grande, que pendiente de las cuatro puntas bajaba sobre la tierra. 12 En él se hallaban todos los cuadrúpedos y los reptiles de la tierra y las aves del cielo. 13 Y oyó una voz: 14 “Levántate, Pedro, mata y come”. “De ninguna manera, Señor, respondió Pedro, pues jamás he comido cosa común e inmunda”. 15 Mas se dejó oír la voz por segunda vez: “Lo que Dios ha purificado, no lo declares tú común”. 16 Esto se repitió por tres veces, e inmediatamente el objeto subió al cielo.

LLEGADA DE LOS MENSAJEROS DE CORNELIO. 17 Pedro estaba todavía incierto del significado de la visión que había visto, cuando los hombres enviados por Cornelio, habiendo preguntado por la casa de Simón, se presentaron a la puerta. 18 Llamaron, pues, y preguntaron si se hospedaba allí Simón, por sobrenombre Pedro. 19 Éste estaba todavía reflexionando sobre la visión, cuando le dijo el Espíritu: “He aquí que tres hombres te buscan. 20 Levántate, baja y ve con ellos sin reparar en nada, porque soy Yo el que los he enviado”. 21 Bajó, pues, Pedro hacia los hombres y dijo: “Heme, aquí, soy yo a quien buscáis. ¿Cuál es el motivo de vuestra venida?” 22 Respondiéronle: “El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, al cual da testimonio todo el pueblo de los judíos, ha sido advertido divinamente por un santo ángel para hacerte ir a su casa y escuchar de ti palabras”. 23 Entonces (Pedro) los hizo entrar y les dio hospedaje.

PEDRO EN CESÁREA. Al día siguiente se levantó y marchó con ellos, acompañándole algunos de los hermanos que estaban en Joppe. 24 Y al otro día entró en Cesarea. Cornelio les estaba esperando y había convocado ya a sus parientes y amigos más íntimos. 25 Y sucedió que, estando Pedro para entrar, Cornelio le salió al encuentro y postrándose a sus pies hizo adoración. 26 Mas Pedro le levantó diciendo: “Levántate, porque yo también soy hombre”. 27 Y conversando con él, entró y encontró muchas personas reunidas, a las cuales dijo: 28 “Vosotros sabéis cuán ilícito es para un judío juntarse con un extranjero o entrar en su casa; pero Dios me ha enseñado a no declarar común o inmundo a ningún hombre. 29 Por lo cual al ser llamado he venido sin reparo; pregunto, pues: ¿Cuál es el motivo por el que habéis enviado a llamarme?” 30 Cornelio respondió: “Cuatro días hace hoy estaba yo orando en mi casa a la hora nona, y he aquí que se me puso delante un hombre en vestidura resplandeciente, 31 y me dijo: “Cornelio, ha sido oída tu oración, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios. 32 Envía a Joppe y haz venir a Simón, por sobrenombre Pedro, el cual está hospedado en casa de Simón, curtidor, cerca del mar”. 33 Inmediatamente envié por ti, y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, nosotros todos estamos en presencia de Dios para oír todo cuanto el Señor te ha encargado”.

34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: “En verdad conozco que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en todo pueblo le es acepto el que le teme y obra justicia. 36 Dios envió su palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la paz por Jesucristo, el cual es el Señor de todos. 37 Vosotros no ignoráis las cosas que han acontecido en toda la Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo predicado por Juan: 38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y poder a Jesús de Nazaret, el cual iba de lugar en lugar, haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él. 39 Nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén (ese Jesús), a quien también dieron muerte colgándolo de un madero; 40 pero Dios le resucitó al tercer día y le dio que se mostrase manifiesto, 41 no a todo el pueblo, sino a nosotros los testigos predestinados por Dios, los que hemos comido y bebido con Él después de su resurrección de entre los muertos. 42 Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Éste es Aquel que ha sido destinado por Dios a ser juez de los vivos y de los muertos. 43 De Éste dan testimonio todos los profetas (diciendo) que cuantos crean en Él, recibirán remisión de los pecados por su nombre”.

BAUTISMO DE CORNELIO. 44 Mientras Pedro pronunciaba aún estas palabras, descendió el Espíritu. Santo sobre todos los que oían su discurso. 45 Quedaron entonces pasmados los fieles de entre los circuncidados, que habían venido con Pedro, porque el don del Espíritu Santo se había derramado también sobre los gentiles. 46 Pues los oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Por lo cual dijo Pedro: 47 “¿Puede alguien prohibir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?” 48 Mandó, pues, bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Después le rogaron que permaneciese algunos días.

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HECHOS 11

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26

Pedro defiende el haber recibido a los gentiles en la iglesia.

PEDRO TRANQUILIZA A LOS CRISTIANOS DE JERUSALÉN. 1 Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían aceptado la palabra de Dios. 2 Cuando pues Pedro ascendió a Jerusalén, le juzgaban por eso los de la circuncisión, 3 diciendo: “Tú entraste en casas de hombres incircuncisos y comiste con ellos”. 4 Por lo cual Pedro comenzó a darles cuenta de todo ordenadamente, diciendo: 5 “Estaba yo en la ciudad de Joppe, en oración, cuando vi en éxtasis una visión, un objeto, a manera de lienzo grande que descendía del cielo, pendiente de los cuatro extremos, y vino hacia mí. 6 Fijando en él mis ojos lo contemplaba y veía los cuadrúpedos de la tierra, las fieras, los reptiles, y las aves del cielo. 7 Oí también una voz que me decía: “Levántate, Pedro, mata y come”. 8 “De ninguna manera, Señor, dije yo, porque jamás ha entrado en mi boca cosa común o inmunda”. 9 Respondió por segunda vez una voz del cielo: “Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames inmundo”. 10 Esto se repitió tres veces, y todo fue alzado de nuevo hacia el cielo. 11 Y he aquí en aquel mismo momento se presentaron junto a la casa en que nos hallábamos, tres hombres enviados a mí desde Cesarea. 12 Díjome entonces el Espíritu que fuese con ellos sin vacilar. Me acompañaron también estos seis hermanos, y entramos en la casa de aquel hombre. 13 El cual nos contó cómo había visto al ángel de pie en su casa, que le decía: “Envía a Joppe y haz venir a Simón por sobrenombre Pedro. 14 Éste te dirá palabras por las cuales serás salvado tú y toda tu casa”. 15 Apenas había yo empezado a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos, como al principio sobre vosotros. 16 Entonces me acorde de la palabra del Señor cuando dijo: “Juan por cierto ha bautizado con agua, vosotros, empero, seréis bautizados en Espíritu Santo”. 17 Si pues Dios les dio a ellos el mismo don que a nosotros, que hemos creído en el nombre del Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder oponerme a Dios?” 18 Oído esto se tranquilizaron y glorificaron a Dios diciendo: “Luego también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para la vida”.

LA IGLESIA DE ANTIOQUÍA. 19 Aquellos que habían sido dispersados a causa de la persecución contra Esteban, fueron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, mas predicaban el Evangelio únicamente a los judíos. 20 Había entre ellos algunos varones de Chipre y Cirene, los cuales, llegados a Antioquía, conversaron también con los griegos anunciándoles al Señor Jesús; 21 y la mano del Señor estaba con ellos, y un gran número abrazó la fe y se convirtió al Señor. 22 La noticia de estas cosas llegó a oídos de la Iglesia que estaba en Jerusalén, por lo cual enviaron a Bernabé hasta Antioquía. 23 Éste llegado allá, y viendo la gracia de Dios, se llenó de gozo, y exhortaba a todos a perseverar en el Señor según habían propuesto en su corazón; 24 porque era un varón bueno y lleno de Espíritu Santo y de fe. Así se agregó un gran número al Señor.

SAN PABLO EN ANTIOQUÍA. 25 Partió entonces (Bernabé) para Tarso a buscar a Saulo 26 y habiéndolo hallado lo llevó a Antioquía. Y sucedió que un año entero se congregaron en la Iglesia, instruyendo a mucha gente; y fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.

BERNABÉ Y PABLO LLEVAN LA COLECTA A JERUSALÉN. 27 En aquellos días bajaron profetas de Jerusalén a Antioquía; 28 y levantándose uno de ellos, por nombre Agabo, profetizaba por medio del Espíritu Santo que un hambre grande había de venir sobre la tierra, como en efecto sucedió bajo Claudio. 29 Determinaron, pues, los discípulos, enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea, cada uno según sus facultades. 30 Lo que hicieron efectivamente, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y Saulo.

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HECHOS 12

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21

La persecución de Herodes. Liberación de Pedro por un ángel. El castigo de Herodes.

MARTIRIO DE SANTIAGO Y PRISIÓN DE PEDRO. 1 En aquel tiempo el rey Herodes empezó a perseguir a algunos de la Iglesia; 2 y mató a espada a Santiago, hermano de Juan. 3 Viendo que esto agradaba a los judíos, tomó preso también a Pedro. Eran entonces los días de los Ázimos. 4 A éste lo prendió y lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes de soldados de a cuatro hombres cada uno, con el propósito de presentarlo al pueblo después de la Pascua. 5 Pedro se hallaba, pues, custodiado en la cárcel, mas la Iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él. 6 Cuando Herodes estaba ya a punto de presentarlo, en aquella misma noche Pedro dormía en medio de dos soldados, atado con dos cadenas, y ante las puertas estaban guardias que custodiaban la cárcel. 7 Y he aquí que sobrevino un ángel del Señor y una luz, resplandeció en el aposento, y golpeando el costado de Pedro lo despertó, diciendo: “Levántate presto”. Y se le cayeron las cadenas de las manos. 8 Díjole entonces el ángel: “Cíñete y cálzate tus sandalias”; y lo hizo así. Díjole asimismo: “Ponte la capa y sígueme”. 9 Salió, pues, y le siguió sin saber si era realidad lo que el ángel hacía con él; antes bien le parecía ver una visión. 10 Pasaron la primera guardia y la segunda y llegaron a la puesta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió automáticamente. Y habiendo salido pasaron adelante por una calle, y al instante se apartó de él el ángel.

PEDRO SE RETIRA A OTRA PARTE. 11 Entonces Pedro vuelto en sí dijo: “Ahora sé verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos”. 12 Pensando en esto llego a la casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos haciendo oración. 13 Llamó a la puerta del portal, y salió a escuchar una sirvienta llamada Rode, 14 la cual, reconociendo la voz de Pedro, de pura alegría no abrió la puerta sino que corrió adentro con la nueva de que Pedro estaba a la puerta. 15 Dijéronle: “Estás loca”. Mas ella insistía en que era así. Ellos entonces dijeron: “Es su ángel”. 16 Pedro, empero, siguió golpeando a la puerta. Abrieron, por fin, y viéndolo quedaron pasmados. 17 Mas él, haciéndoles señal con la mano para que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel, Después dijo: Anunciad esto a Santiago y a los hermanos. Y saliendo fue a otro lugar. 18 Cuando se hizo de día, era grande la confusión entre los soldados sobre qué habría sido de Pedro. 19 Herodes lo buscaba y no hallándole, hizo inquisición contra los guardias y mandó conducirlos (al suplicio). Él mismo descendió de Judea a Cesarea en donde se quedó.

FIN ESPANTOSO DEL PERSEGUIDOR. 20 Estaba (Herodes) irritado contra los tirios y sidonios; mas ellos de común acuerdo se le presentaron y habiendo ganado a Blasto, camarero del rey, pidieron la paz, pues su país era alimentado por el del rey. 21 En el día determinado Herodes, vestido de traje real y sentado en el trono, les pronunció un discurso. 22 Y el pueblo clamaba: Esta es la voz de un dios y no de un hombre. 23 Al mismo instante lo hirió un ángel del Señor por no haber dado a Dios la gloria; y roído de gusanos expiró. 24 Entretanto la palabra de Dios crecía y se multiplicaba. 25 Mas Bernabé y Saulo, acabada su misión, volvieron de Jerusalén llevando consigo a Juan, el apellidado Marcos.

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III. LA IGLESIA EN EL MUNDO GRECO-ROMANO

A. PRIMER VIAJE DE SAN PABLO (Cap. 13 – Cap. 14)

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HECHOS 13

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31  |  36  |  41  |  46  |  51

Saulo y Bernabé son enviados por el Espíritu Santo. Predican en Chipre y en Antioquía de Pisidia.

PABLO Y BERNABÉ SON ESCOGIDOS PARA LA MISIÓN ENTRE LOS GENTILES. 1 Había en la Iglesia de Antioquía profetas y doctores: Bernabé, Simón por sobrenombre el Negro, Lucio de Cirene, Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo. 2 A ellos, mientras ejercían el ministerio ante el Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo: “Separadme a Bernabé y Saulo para la obra a la cual los tengo elegidos”. 3 Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los despidieron.

PABLO Y ELIMAS. 4 Enviados, pues, por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, desde donde navegaron a Chipre. 5 Llegados a Salamina predicaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, teniendo a Juan (Marcos) como ayudante. 6 Después de recorrer toda la isla hasta Pafo, encontraron un judío, mago y seudoprofeta, por nombre Barjesús, 7 el cual estaba con el procónsul Sergio Pablo, hombre prudente, que llamó a Bernabé y Saulo, deseando oír la palabra de Dios. 8 Pero Elimas, el mago –así se interpreta su nombre– se les oponía, procurando apartar de la fe al procónsul. 9 Entonces Saulo, que también se llamaba Pablo, lleno de Espíritu Santo, fijando en él sus ojos, 10 dijo: “¡Oh hombre lleno de todo fraude y de toda malicia, hijo del diablo y enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de pervertir los caminos rectos del Señor? 11 Ahora, pues, he aquí que la mano del Señor está sobre ti, y quedarás ciego, sin ver el sol hasta cierto tiempo”. Y al instante cayeron sobre él tinieblas y oscuridad, y dando vueltas buscaba a quien le tomase de la mano. 12 Al ver lo sucedido el procónsul abrazó la fe, maravillado de la doctrina del Señor.

PABLO Y BERNABÉ EN ANTIOQUÍA DE PISIDIA. 13 Pablo y sus compañeros dejaron entonces Pafo y fueron a Perge de Panfilia. Entretanto Juan se apartó de ellos y se volvió a Jerusalén. 14 Ellos, empero, yendo más allá de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia, donde el día sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. 15 Después de la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga enviaron a decirles: “Varones, hermanos, si tenéis una palabra de consuelo para el pueblo, hablad”.

DISCURSO DE SAN PABLO EN ANTIOQUÍA DE PISIDIA. 16 Levantóse entonces Pablo y haciendo señal (de silencio) con la mano, dijo: “Varones israelitas y los que teméis a Dios, escuchad. 17 El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres y ensalzó al pueblo durante su estancia en tierra de Egipto; y con brazo excelso los sacó de allí. 18 Los sufrió después por espacio de unos cuarenta años en el desierto, 19 destruyó siete naciones en la tierra de Canaán y distribuyó en herencia sus tierras, 20 como unos cuatrocientos cincuenta años después. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. 21 Desde entonces pidieron rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por espacio de cuarenta años. 22 Depuesto éste, les suscitó por rey a David, de quien también dio testimonio diciendo: “He hallado a David, hijo de Jesé, varón conforme a mi corazón quien cumplirá toda mi voluntad”. 23 Del linaje de éste, según la promesa, suscitó Dios para Israel un Salvador, Jesús. 24 Pero antes de su entrada, Juan predicó un bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. 25 Y al cumplir Juan su carrera dijo: “Yo no soy el que vosotros pensáis, mas después de mí vendrá uno, a quien no soy digno de desatas el calzado de sus pies”. 26 Varones, hermanos, hijos del linaje de Abrahán, y los que entre vosotros son temerosos de Dios, a vosotros ha sido enviada la palabra de esta salvación. 27 Pues los habitantes de Jerusalén y sus jefes, desconociendo a Él y las palabras de los profetas que se leen todos los sábados, les dieron cumplimiento, condenándolo; 28 y aunque no encontraron causa de muerte, pidieron a Pilato que se le quitase la vida. 29 Y después de haber cumplido todo lo que de Él estaba escrito, descolgáronle del madero y le pusieron en un sepulcro. 30 Mas Dios le resucitó de entre los muertos, 31 y se apareció durante muchos días a aquellos que con Él habían subido de Galilea a Jerusalén. Los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo. 32 Nosotros os anunciamos la promesa dada a los padres, 33 ésta es la que ha cumplido Dios con nosotros, los hijos de ellos, resucitando a Jesús según está escrito también en el Salmo segundo: “Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado”. 34 Y que lo resucitó de entre los muertos para nunca más volver a la corrupción, esto lo anunció así: “Os cumpliré las promesas santas y fieles dadas a David”. 35 Y en otro lugar dice: “No permitirás que tu Santo vea la corrupción”. 36 Porque David después de haber servido en su tiempo al designio de Dios, murió y fue agregado a sus padres, y vio la corrupción. 37 Aquel, empero, a quien Dios resucitó, no vio corrupción alguna. 38 Sabed, pues, varones, hermanos, que por medio de Éste se os anuncia remisión de los pecados; y de todo cuanto no habéis podido ser justificados en la Ley de Moisés, 39 en Él es justificado todo aquel que tiene fe. 40 Mirad, pus, no recaiga sobre vosotros lo que se ha dicho en los Profetas: 41 “Mirad, burladores, maravillaos y escondeos, porque Yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis, aun cuando alguno os lo explicare”.

EFECTOS DEL DISCURSO. 42 Cuando ellos salieron, los suplicaron que el sábado siguiente les hablasen de estas cosas. 43 Y clausurada la asamblea, muchos de los judíos y de los prosélitos temerosos de Dios siguieron a Pablo y Bernabé, los cuales conversando con ellos los exhortaban a perseverar en la gracia de Dios. 44 El sábado siguiente casi toda la ciudad se reunió para oír la palabra de Dios. 45 Pero viendo los judíos las multitudes, se llenaron de celos y blasfemando contradecían a lo que Pablo predicaba. 46 Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda franqueza: “Era necesario que la palabra de Dios fuese anunciada primeramente a vosotros; después que vosotros la rechazáis y os juzgáis indignos de la vida eterna, 47 he aquí que nos dirigimos a los gentiles. Pues así nos ha mandado el Señor: “Yo te puse por lumbrera de las naciones a fin de que seas para salvación hasta los términos de la tierra”.

48 Al oír esto se alegraban los gentiles y glorificaban la palabra del Señor. Y creyeron todos cuantos estaban ordenados para vida eterna. 49 Y la palabra del Señor se esparcía por toda aquella región. 50 Los judíos, empero, instigaron a las mujeres devotas de distinción, y a los principales de la ciudad, suscitando una persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de su territorio; 51 los cuales sacudieron contra ellos el polvo de sus pies y se fueron a Iconio. 52 Mas los discípulos quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo.

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HECHOS 14

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26

Pablo y Bernabé predican en Iconio y Listra. Pablo cura a un tullido. Son tomados por dioses. Pablo es apedreado. Predican en Derbe y Perge.

EN ICONIO. 1 De la misma manera entraron en Iconio en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal modo que una gran multitud de judíos y griegos abrazó la fe. 2 Pero los incrédulos de entre los judíos excitaron y exacerbaron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. 3 Con todo moraron allí bastante tiempo, hablando con toda libertad sobre el Señor, el cual confirmaba la palabra de su gracia concediendo que, por las manos de ellos, se obrasen milagros y portentos. 4 Y la gente de la ciudad se dividió: estaban unos con los judíos y otros con los apóstoles. 5 Mas cuando se produjo un tumulto de los gentiles y también de los judíos, con sus jefes, 6 a fin de entregarlos y apedrearlos, ellos dándose cuenta, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia y su comarca, 7 donde predicaron el Evangelio.

EN LISTRA Y DERBE. 8 En Listra se hallaba sentado (en la calle) un hombre, incapaz de mover los pies, cojo desde el seno materno, y que nunca había andado. 9 Éste oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él los ojos y viendo que tenía fe para ser salvado, 10 dijo con poderosa voz: “Levántate derecho sobre tus pies”. Y él dio un salto y echó a andar. 11 Cuando las gentes vieron lo que había hecho Pablo, alzaron la voz, diciendo en lengua licaónica: “Los dioses se han hecho semejantes a los hombres y han bajado a nosotros”. 12 A Bernabé le dieron el nombre de Júpiter y a Pablo el de Mercurio, por cuanto era él quien llevaba la palabra. 13 El sacerdote (del templo) de Júpiter, que se encontraba delante de la ciudad, traía toros y guirnaldas a las puertas, y junto con la multitud quería ofrecer un sacrificio. 14 Al oír esto los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus vestidos y se lanzaron sobre el gentío, clamando y diciendo: 15 “Hombres, ¿qué es lo que hacéis? También nosotros somos hombres, de la misma naturaleza que vosotros. Os predicamos para que dejando estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que ha creado el cielo, la tierra, el mar y todo cuanto en ellos se contiene, 16 el cual en las generaciones pasadas permitió que todas las naciones siguiesen sus propios caminos; 17 mas no dejó de dar testimonio de Sí mismo, haciendo beneficios, enviando lluvias desde el cielo y tiempos fructíferos y llenando vuestros corazones de alimento y alegría”. 18 Diciendo estas cosas, a duras penas pudieron conseguir que el gentío no les ofreciese sacrificios. 19 Pero vinieron judíos de Antioquía e Iconio, los cuales persuadieron a las turbas y apedrearon a Pablo. Le arrastraron fuera de la ciudad, creyendo que estaba muerto. 20 Mas él, rodeado de los discípulos, se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente se fue con Bernabé a Derbe.

FIN DEL PRIMER VIAJE APOSTÓLICO. 21 Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y habiendo ganado muchos discípulos, volvieron a Listra, Iconio y Antioquía, 22 fortaleciendo los ánimos de los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe y cómo es menester que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. 23 Y habiéndoles constituido presbíteros en cada una de las Iglesias, orando con ayunos los encomendaron al Señor en quien habían creído. 24 Recorrida la Pisidia llegaron a Panfilia, 25 y después de predicar en Perge, bajaron a Atalia. 26 Desde allí navegaron a Antioquía; de donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que acababan de cumplir. 27 Llegados reunieron la Iglesia y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. 28 Y detuviéronse con los discípulos no poco tiempo.

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B. EL CONCILIO DE JERUSALÉN (Cap. 15 – Cap. 15:35)

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HECHOS 15

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31  |  36  |  41

Disensión sobre la circuncisión. La decisión y la carta del concilio de Jerusalén.

INQUIETUD EN LAS COMUNIDADES CRISTIANAS. 1 Habían bajado algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: “Si no os circuncidáis según el rito de Moisés, no podéis salvaros”. 2 Pablo y Bernabé tuvieron con ellos no poca disensión y controversia. Por lo cual resolvieron que Pablo y Bernabé y algunos otros de entre ellos subieran a Jerusalén por causa de esta cuestión, a los apóstoles y presbíteros. 3 Ellos, pues, despedidos por la Iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, relatando la conversión de los gentiles y llenando de gran gozo a todos los hermanos. 4 Llegados a Jerusalén fueron acogidos por la Iglesia y los apóstoles y los presbíteros, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. 5 Pero se levantaron algunos de la secta de los fariseos que habían abrazado la fe, los cuales decían: “Es necesario circuncidarlos y mandarlos observar la Ley de Moisés”.

DISCURSO DE SAN PEDRO. 6 Congregáronse entonces los apóstoles y presbíteros para deliberar sobre este asunto. 7 Después de larga discusión se levantó Pedro y les dijo: “Varones, hermanos, vosotros sabéis que desde días antiguos Dios dispuso entre vosotros que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del Evangelio y llegasen a la fe. 8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio dándoles el Espíritu Santo, del mismo modo que a nosotros, 9 y no ha hecho diferencia entre ellos y nosotros, puesto que ha purificado sus corazones por la fe. 10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios poniendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido soportar? 11 Lejos de eso, creemos ser salvados por la gracia del Señor Jesús, y así también ellos”. 12 Guardó entonces silencio toda la asamblea y escucharon a Bernabé y a Pablo, los que refirieron cuántos milagros y prodigios había hecho Dios entre los gentiles por medio de ellos.

DISCURSO DE SANTIAGO. 13 Después que ellos callaron, tomó Santiago la palabra y dijo: “Varones, hermanos, escuchadme. 14 Simeón ha declarado cómo primero Dios ha visitado a los gentiles para escoger de entre ellos un pueblo consagrado a su nombre. 15 Con esto concuerdan las palabras de los profetas, según está escrito: 16 «Después de esto volveré, y reedificaré el tabernáculo de David que está caído; reedificaré sus ruinas y lo levantaré de nuevo, 17 para que busque al Señor el resto de los hombres, y todas las naciones sobre las cuales ha sido invocado mi nombre, dice el Señor que hace estas cosas, 18 conocidas (por Él) desde la eternidad». 19 Por lo cual yo juzgo que no se moleste a los gentiles que se convierten a Dios, 20 sino que se les escriba que se abstengan de las inmundicias de los ídolos, de la fornicación, de lo ahogado y de la sangre. 21 Porque Moisés tiene desde generaciones antiguas en cada ciudad hombres que lo predican, puesto que en las sinagogas él es leído todos los sábados”.

LOS DECRETOS DEL CONCILIO. 22 Pareció entonces bien a los apóstoles y a los presbíteros, con toda la Iglesia, elegir algunos de entre ellos y enviarlos con Pablo y Bernabé a Antioquía: a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres destacados entre los hermanos; 23 y por conducto de ellos les escribieron:

“Los apóstoles y los presbíteros hermanos, a los hermanos de la gentilidad, que están en Antioquía, Siria y Cilicia, salud. 24 Por cuanto hemos oído que algunos de los nuestros, sin que les hubiésemos dado mandato, fueron y os alarmaron con palabras, perturbando vuestras almas, 25 hemos resuelto, de común acuerdo, escoger algunos, para enviarlos a vosotros juntamente con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26 hombres (éstos) que han expuesto sus vidas por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27 Hemos enviado, pues, a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os anunciarán lo mismo. 28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros otra cara fuera de éstas necesarias: 29 que os abstengáis de manjares ofrecidos a los ídolos, de la sangre, de lo ahogado y de la fornicación; guardándoos de lo cual os irá bien. Adiós”.

30 Así despachados descendieron a Antioquía, y convocando la asamblea entregaron la epístola; 31 y al leerla, hubo regocijo por el consuelo (que les llevaba). 32 Judas y Silas, que eran también profetas, exhortaron a los hermanos con muchas palabras y los fortalecieron. 33 Después de haberse detenido algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos y volvieron a los que los habían enviado. 34 Pero Silas creyó deber quedarse; Judas solo partió para Jerusalén. 35 Mas Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, enseñando y predicando con otros muchos la palabra del Señor.


C. SEGUNDO VIAJE DE SAN PABLO (Cap. 15:36 – Cap. 18:22)

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BERNABÉ SE SEPARA DE PABLO. 36 Pasados algunos días, dijo Pablo a Bernabé: “Volvamos y visitemos a los hermanos por todas las ciudades donde hemos predicado la palabra del Señor, (para ver) cómo se hallan”. 37 Bernabé quería llevar también a Juan, llamado Marcos. 38 Pablo, empero, opinaba no llevarle más, pues se había separado de ellos desde Panfilia y no los había seguido en el trabajo. 39 Originóse, pues, una disensión tal, que se apartaron uno de otro, y Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó para Chipre. 40 Pablo, por su parte, eligió a Silas y emprendió viaje después de haber sido recomendados por los hermanos a la gracia del Señor; 41 y recorrió la Siria y la Cilicia confirmando las Iglesias.

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HECHOS 16

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31  |  36

Pablo visita las iglesias. Es llamado a predicar en Macedonia. Es azotado en Filipos.

MISIÓN EN ASIA MENOR. 1 Llegó a Derbe y a Listra donde se hallaba cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre gentil; 2 el cual tenía buen testimonio de parte de los hermanos que estaban en Listra e Iconio. 3 A éste quiso Pablo llevar consigo; y tomándolo lo circuncidó a causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era gentil. 4 Pasando por las ciudades, les entregaban los decretos ordenados por los apóstoles y los presbíteros que estaban en Jerusalén, para que los observasen. 5 Así pues las iglesias se fortalecían en la fe y se aumentaba cada día su número.

SAN PABLO SE ENCAMINA A EUROPA. 6 Atravesada la Frigia y la región de Galacia, les prohibió el Espíritu Santo predicar la Palabra en Asia. 7 Llegaron, pues, a Misia e intentaron entrar en Bitinia, mas no se lo permitió el Espíritu de Jesús. 8 Por lo cual, pasando junto a Misia, bajaron a Tróade, 9 donde tuvo por la noche esta visión: estaba de pie un hombre de Macedonia que le suplicaba diciendo: “Pasa a Macedonia y socórrenos”. 10 Inmediatamente de tener esta visión procuramos partir para Macedonia infiriendo que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio.

EN FILIPOS. 11 Embarcándonos, pues, en Tróade, navegamos derecho a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis. 12 Desde allí seguimos a Filipos, una colonia, la primera ciudad de aquel distrito de Macedonia; y nos detuvimos en aquella ciudad algunos días. 13 El día sábado salimos fuera de la puerta hacia el río, donde suponíamos que se hacía la oración, y sentándonos trabamos conversación con las mujeres que habían concurrido. 14 Una mujer llamada Lidia, comerciante en púrpura, de la dudad de Tiatira, temerosa de Dios, escuchaba. El Señor le abrió el corazón y la hizo atenta a las cosas dichas por Pablo. 15 Bautizada ella y su casa, nos hizo instancias diciendo: “Si me habéis juzgado fiel al Señor, entrad en mi casa y permaneced”. Y nos obligó. 16 Sucedió entonces que yendo nosotros a la oración, nos salió al encuentro una muchacha poseída de espíritu pitónico, la cual, haciendo de adivina, traía a sus amos mucha ganancia. 17 Ésta, siguiendo tras Pablo y nosotros, gritaba diciendo: “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian el camino de la salvación”. 18 Esto hizo por muchos días. Pablo se sintió dolorido, y volviéndose dijo al espíritu: “Yo te mando en el nombre de Jesucristo que salgas de ella”. Y al punto partió.

TUMULTO CONTRA PABLO EN FILIPOS. 19 Viendo sus amos que había partido la esperanza de hacer más ganancias, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron al foro ante los magistrados; 20 y presentándolos a los pretores dijeron: “Estos hombres alborotan nuestra ciudad. Son judíos 21 y enseñan costumbres que no nos es lícito abrazar, ni practicar, siendo como somos romanos”. 22 Al mismo tiempo se levantó la plebe contra ellos, y los pretores, haciéndoles desgarrar los vestidos, mandaron azotarlos con varas. 23 Y después de haberles dado muchos azotes, los metieron en la cárcel, mandando al carcelero que los asegurase bien. 24 El cual, recibida esta orden, los metió en lo más interior de la cárcel y les sujetó los pies en el cepo. 25 Mas, a eso de media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios, y los presos escuchaban, 26 cuando de repente se produjo un terremoto tan grande que se sacudieron los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y se les soltaron a todos las cadenas. 27 Despertando entonces el carcelero y viendo abierta la puerta de la cárcel, desenvainó la espada y estaba a punto de matarse creyendo que se habían escapado los presos. 28 Mas Pablo clamó a gran voz diciendo: “No te hagas ningún daño, porque todos estamos aquí”.

CONVERSIÓN DEL CARCELERO Y SALIDA DE PABLO DE FILIPOS. 29 Entonces el carcelero pidió luz, se precipitó dentro, y temblando de temor cayó a los pies de Pablo y Silas. 30 Luego los sacó fuera y dijo: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” 31 Ellos respondieron: “Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa”. 32 Y le enseñaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33 En aquella misma hora de la noche, (el carcelero) los tomó y les lavó las heridas e inmediatamente fue bautizado él y todos los suyos. 34 Subiólos después a su casa, les puso la mesa y se regocijaba con toda su casa de haber creído a Dios. 35 Llegado el día, los pretores enviaron los alguaciles a decir: “Suelta a aquellos hombres”. 36 E1 carcelero dio esta noticia a Pablo: “Los pretores han enviado para soltaros; por tanto salid ahora e idos en paz”. 37 Mas Pablo les dijo: “Después de azotarnos públicamente, sin oírnos en juicio, nos han metido en la cárcel, siendo como somos romanos; ¿y ahora nos echan fuera secretamente? No, por cierto, sino que vengan ellos mismos y nos conduzcan afuera”. 38 Los alguaciles refirieron estas palabras a los pretores, los cuales al oír que eran romanos, fueron sobrecogidos de temor. 39 Vinieron, pues, y les suplicaron; y sacándolos les rogaron que se fuesen de la ciudad. 40 Ellos entonces salieron de la cárcel y entraron en casa de Lidia, y después de haber visto y consolado a los hermanos, partieron.

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HECHOS 17

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31

Pablo predica a los tesalonicenses y a los bereanos. Su discurso a los atenienses.

SAN PABLO EN TESALÓNICA. 1 Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde se hallaba una sinagoga de los judíos. 2 Pablo, según su costumbre, entró a ellos, y por tres sábados disputaba con ellos según las Escrituras, 3 explicando y haciendo ver cómo era preciso que el Cristo padeciese y resucitase de entre los muertos, y que este Jesús a quien (dijo) yo os predico, es el Cristo. 4 Algunos de ellos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, y asimismo un gran número de prosélitos griegos, y no pocas mujeres de las principales. 5 Pero los judíos, movidos por envidia, juntaron hombres malos entre los ociosos de la plaza, y formando un tropel alborotaron la ciudad, y se presentaron ante la casa de Jasón, procurando llevarlos ante el pueblo. 6 Mas como no los hallasen, arrastraron a Jasón y a algunos hermanos ante los magistrados de la ciudad, gritando: “Estos son los que han trastornado al mundo, y ahora han venido también acá, 7 y Jasón les ha dado acogida. Todos éstos obran contra los decretos del César, diciendo, que hay otro rey, Jesús”. 8 Con esto alborotaron a la plebe y a los magistrados de la ciudad que tales cosas oían. 9 Tomaron, pues, fianza de Jasón y de los demás, y los soltaron.

EN BEREA. 10 Inmediatamente, los hermanos hicieron partir a Pablo y a Silas de noche para Berea, los cuales, llegados allí, fueron a la sinagoga de los judíos. 11 Eran éstos de mejor índole que los de Tesalónica, y recibieron la palabra con toda prontitud, escudriñando cada día las Escrituras (para ver) si esto era así. 12 Muchos, pues, de ellos creyeron, así como también de las mujeres griegas de distinción, y no pocos de los hombres. 13 Pero cuando los judíos de Tesalónica conocieron que también en Berea había sido predicada por Pablo la Palabra de Dios, fueron allí agitando y alborotando igualmente a la plebe. 14 Entonces, al instante, los hermanos hicieron partir a Pablo, para que se encaminase hasta el mar; pero Silas y Timoteo se quedaron allí. 15 Los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y habiendo recibido encargo para que Silas y Timoteo viniesen a él lo más pronto posible, se marcharon.

EN ATENAS. 16 Mientras Pablo los aguardaba en Atenas, se consumía interiormente su espíritu al ver que la ciudad estaba cubierta de ídolos. 17 Disputaba, pues, en la sinagoga con los judíos y con los prosélitos, y en el foro todos los días con los que por casualidad encontraba. 18 También algunos de los filósofos epicúreos y estoicos disputaban con él. Algunos decían: “¿Qué quiere decir este siembra-palabras?” Y otros: “Parece que es pregonador de dioses extranjeros”, porque les anunciaba a Jesús y la resurrección. 19 Con que lo tomaron y llevándolo al areópago dijeron: “¿Podemos saber qué es esta nueva doctrina de que tú hablas? 20 Porque traes a nuestros oídos cosas extrañas; por tanto queremos saber qué viene a ser esto”. 21 Pues todos los atenienses y los extranjeros residentes allí no gustaban más que de decir u oír novedades.

DISCURSO DEL AREÓPAGO. 22 De pie en medio del Areópago, Pablo dijo: “Varones atenienses, en todas las cosas veo que sois extremadamente religiosos; 23 porque al pasar y contemplar vuestras imágenes sagradas, halle también un altar en que está escrito: A un dios desconocido. Eso que vosotros adoráis sin conocerlo, es lo que yo os anuncio: 24 El Dios que hizo el mundo y todo cuanto en él se contiene, éste siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de mano; 25 ni es servido de manos humanas, como si necesitase de algo, siendo Él quien da a todos vida, aliento y todo. 26 Él hizo de uno solo todo el linaje de los hombres para que habitasen sobre toda la faz de la tierra, habiendo fijado tiempos determinados, y los límites de su habitación, 27 para que buscasen a Dios, tratando a tientas de hallarlo, porque no está lejos de ninguno de nosotros; 28 pues en Él vivimos y nos movemos y existimos, como algunos de vuestros poetas han dicho: “Porque somos linaje suyo”. 29 Siendo así linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea semejante a oro o a plata o a piedra, esculturas del arte y del ingenio humano. 30 Pasando, pues, por alto los tiempos de la ignorancia, Dios anuncia ahora a los hombres que todos en todas partes se arrepientan; 31 por cuanto Él ha fijado un día en que ha de juzgar al orbe en justicia por medio de un Hombre que Él ha constituido, dando certeza a todos con haberle resucitado de entre los muertos”. 32 Cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: “Sobre esto te oiremos otra vez”. 33 Así salió Pablo de en medio de ellos. 34 Mas algunos hombres se unieron a él y abrazaron la fe, entre ellos Dionisio el areopagita, y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.

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HECHOS 18

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26

Pablo funda la iglesia de Corinto y predica en Éfeso y en otros lugares. Apolo va a Corinto.

PABLO EN CORINTO. 1 Después de esto, Pablo partió de Atenas y se fue a Corinto. 2 donde encontró a un judío, llamado Aquila, natural del Ponto, que poco antes había venido de Italia, con Priscila, su mujer, porque Claudio había ordenado que todos los judíos saliesen de Roma. Se unió a ellos; 3 y como era del mismo oficio, hospedóse con ellos y trabajaba, porque su oficio era hacer tiendas de campaña. 4 Todos los sábados disputaba en la sinagoga, procurando convencer a judíos y griegos. 5 Mas cuando Silas y Timoteo hubieron llegado de Macedonia, Pablo se dio todo entero a la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo. 6 Y como éstos se oponían y blasfemaban, sacudió sus vestidos y les dijo: “Caiga vuestra sangre sobre vuestra cabeza: limpio yo, desde ahora me dirijo a los gentiles”. 7 Y trasladándose de allí entró en casa de uno que se llamaba Titio Justo, adorador de Dios, cuya casa estaba junto a la sinagoga. 8 Entretanto, Crispo, jefe de la sinagoga, creyó en el Señor, con toda su casa; y muchos de los corintios que prestaban oídos, creían y se bautizaban. 9 Entonces, el Señor dijo a Pablo de noche en una visión: “No temas, sino habla y no calles; 10 porque Yo estoy contigo, y nadie pondrá las manos sobre ti para hacerte mal, ya que tengo un pueblo numeroso en esta ciudad”. 11 Y permaneció un año y seis meses, enseñando entre ellos la palabra de Dios.

PABLO ANTE GALIÓN. 12 Siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron a una contra Pablo y le llevaron ante el tribunal, 13 diciendo: Éste persuade a la gente que dé a Dios un culto contrario a la Ley. 14 Pablo iba a abrir la boca, cuando dijo Galión a los judíos: “Si se tratase de una injusticia o acción villana, razón sería, oh judíos, que yo os admitiese; 15 mas si son cuestiones de palabras y de nombres y de vuestra Ley, vedlo vosotros mismos. Yo no quiero ser juez de tales cosas”. 16 Y los echó de su tribunal. 17 Entonces todos los griegos asieron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le golpearon delante del tribunal, sin que Galión hiciera caso de esto.

FIN DEL SEGUNDO VIAJE. 18 Pablo, habiéndose detenido aún no pocos días, se despidió de los hermanos y se hizo a la vela hacia Siria, en compañía de Priscila y Aquila, luego de haberse rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía un voto. 19 Llegaron a Éfeso, y allí los dejó y se fue, por su parte, a la sinagoga y disputaba con los judíos. 20 Y aunque éstos le rogaban que se quedase por más tiempo, no consintió, 21 sino que se despidió y dijo: “Otra vez, si Dios quiere, volveré a vosotros”, y partió de Éfeso. 22 Desembarcó en Cesarea, subió (a Jerusalén) a saludar a la Iglesia, y bajó a Antioquía.


D. TERCER VIAJE DE SAN PABLO (Cap. 18:23 – Cap. 21:26)

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23 Pasado algún tiempo, salió y recorrió sucesivamente la región de Galacia y Frigia, fortaleciendo a todos los discípulos.

APOLO EN ÉFESO Y CORINTO. 24 Vino a Éfeso cierto judío de nombre Apolo, natural de Alejandría, varón elocuente y muy versado en las Escrituras. 25 Éste, instruido acerca del camino del Señor, hablaba en el fervor de su espíritu y enseñaba con exactitud las cosas tocantes a Jesús, pero sólo conocía el bautismo de Juan. 26 Se puso a hablar con denuedo en la sinagoga; mas cuando le oyeron Priscila y Aquila, le llevaron consigo y le expusieron más exactamente el camino de Dios. 27 Y deseando él pasar a Acaya, le animaron los hermanos y escribieron a los discípulos para que le recibiesen, y cuando hubo llegado, fue de mucho provecho a los que, por la gracia, habían creído; 28 porque vigorosamente redargüía a los judíos, en público, demostrando por medio de las Escrituras que Jesús era el Cristo.

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HECHOS 19

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Pablo funda la iglesia de Éfeso. El tumulto de los plateros.

MISIÓN EN ÉFESO. 1 Mientras Apolo estaba en Corinto, sucedió que Pablo, después de recorrer las regiones superiores, llegó a Éfeso. Allí encontró algunos discípulos, 2 a quienes dijo: “¿Habéis recibido al Espíritu Santo después de abrazar la fe?” Ellos le contestaron: “Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”. 3 Preguntóles entonces: “¿Pues en qué habéis sido bautizados?” Dijeron: “En el bautismo de Juan”. 4 A lo que replicó Pablo: “Juan bautizaba con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en Aquel que había de venir en pos de él, esto es, en Jesús”. 5 Cuando oyeron esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús; 6 y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y hablaban en lenguas y profetizaban. 7 Eran entre todos unos doce hombres.

PABLO SE SEPARA DE LOS JUDÍOS Y HACE MUCHOS MILAGROS. 8 Entró Pablo en la sinagoga y habló con libertad por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios. 9 Mas como algunos endurecidos resistiesen, blasfemando del Camino, en presencia del pueblo, apartóse de ellos, llevando consigo a los discípulos y discutía todos los días en la escuela de cierto Tirano. 10 Esto se hizo por espacio de dos años, de modo que todos los habitantes de Asia oyeron la palabra del Señor, tanto judíos como griegos. 11 Obraba Dios por mano de Pablo también milagros extraordinarios, 12 de suerte que hasta los pañuelos y ceñidores que habían tocado su cuerpo, eran llevados a los enfermos, y se apartaban de éstos las enfermedades y salían los espíritus malignos. 13 Tentaron también algunos judíos exorcistas, ambulantes, de invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían los espíritus malignos, diciendo: “Conjúroos por aquel Jesús a quien predica Pablo”. 14 Eran los que esto hacían siete hijos de un cierto Esceva, judío de linaje pontifical. 15 Pero el espíritu malo les respondió y dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois? 16 Y precipitándose sobre ellos el hombre en quien estaba el espíritu maligno, y enseñoreándose de ambos prevalecía contra ellos, de modo que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. 17 Esto se hizo notorio a todos los judíos y griegos que habitaban en Éfeso, y cayó temor sobre todos ellos, y se glorificaba el nombre del Señor Jesús. 18 Y un gran número de los que habían abrazado la fe, venían confesándose y manifestando sus obras. 19 Muchos, asimismo, de los que habían practicado artes mágicas, traían los libros y los quemaban en presencia de todos. Y se calculó su valor en cincuenta mil monedas de plata. 20 Así, por el poder del Señor, la palabra crecía y prevalecía. 21 Cumplidas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu atravesar la Macedonia y Acaya para ir a Jerusalén, diciendo: “Después que haya estado allí, es preciso que vea también a Roma”. 22 Envió entonces a Macedonia dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, mientras él mismo se detenía todavía algún tiempo en Asia.

TUMULTO EN ÉFESO. 23 Hubo por aquel tiempo un alboroto no pequeño a propósito del Camino. 24 Pues un platero de nombre Demetrio, que fabricaba de plata templos de Artemis y proporcionaba no poca ganancia a los artesanos, 25 reunió a éstos y a los obreros de aquel ramo y dijo: Bien sabéis, compañeros, que de esta industria nos viene el bienestar, 26 y por otra parte, veis y oís cómo no sólo en Éfeso sino en casi toda el Asia, este Pablo con sus pláticas ha apartado a mucha gente, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. 27 Y no solamente esta nuestra industria corre peligro de ser desacreditada, sino que también el templo de la gran diosa Artemis, a la cual toda el Asia y el orbe adoran, será tenido en nada, y ella vendrá a quedar despojada de su majestad. 28 Oído esto, se llenaron de furor y gritaron, exclamando: “¡Grande es la Artemis de los efesios!” 29 Llenóse la ciudad de confusión, y a una se precipitaron en el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de viaje de Pablo. 30 Pablo quería también presentarse al pueblo, mas no le dejaron los discípulos. 31 Asimismo algunos de los asiarcas, que eran amigos suyos, enviaron a él recado rogándole que no se presentase en el teatro. 32 Gritaban, pues, unos una cosa, y otros otra; porque la asamblea estaba confusa, y en su mayoría no sabían por qué se habían reunido. 33 Entretanto sacaron de la multitud a Alejandro, a quien los judíos empujaban hacia adelante, Él, haciendo con la mano señas, quería informar al pueblo. 34 Mas ellos cuando supieron que era judío, gritaron todos a una voz, por espacio como de dos horas: “¡Grande es la Artemis de los efesios!” 35 Al fin, el secretario calmó a la muchedumbre, diciendo: “Efesios, ¿quién hay entre los hombres que no sepa que la ciudad de los efesios es la guardiana de la gran Artemis y de la imagen que bajó de Júpiter? 36 Siendo, pues, incontestables estas cosas, debéis estar sosegados y no hacer nada precipitadamente. 37 Porque habéis traído a estos hombres que ni son sacrílegos ni blasfeman de nuestra diosa, 38 Si pues Demetrio y los artífices que están con él, tienen queja contra alguien, audiencias públicas hay, y existen procónsules, Acúsense unos a otros. 39 Y si algo más pretendéis, esto se resolverá en una asamblea legal; 40 porque estamos en peligro de ser acusados de sedición por lo de hoy, pues no hay causa alguna que nos permita dar razón de este tropel”. Dicho esto, despidió a la asamblea.

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HECHOS 20

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Pablo pasa por Macedonia y Grecia. Resucita a un muerto en Troas. Su discurso al clero de Éfeso.

VIAJE A MACEDONIA Y GRECIA. 1 Luego que el tumulto cesó, convocó Pablo a los discípulos, los exhortó, y despidiéndose salió para ir a Macedonia. 2 Y después de recorrer aquellas regiones, exhortándolos con muchas palabras, llegó a Grecia, 3 donde pasó tres meses; mas cuando ya estaba para ir a Siria, los judíos le armaron asechanzas, por lo cual tomó la resolución de regresar por Macedonia. 4 Le acompañaban hasta Asia: Sópatro de Berea, hijo de Pirro; Aristarco y Segundo de Tesalónica, Gayo de Derbe, y Timoteo, Tíquico y Trófimo de Asia. 5 Éstos se adelantaron y nos esperaban en Tróade. 6 Nosotros, en cambio, nos dimos a la vela desde Filipos, después de los días de los Ázimos; y en cinco días los alcanzamos en Tróade, donde nos detuvimos siete días.

PABLO RESUCITA A EUTICO. 7 El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan, Pablo, que había de marchar al día siguiente, les predicaba, prolongando su discurso hasta la medianoche. 8 Había muchas lámparas en el aposento alto donde estábamos reunidos. 9 Mas un joven, de nombre Eutico, se hallaba sentado sobre la ventana sumergido en profundo sueño, y al fin, mientras Pablo extendía más su plática, cayó del tercer piso abajo, vencido del sueño, y fue levantado muerto. 10 Bajó Pablo, se echó sobre él y abrazándole dijo: “No os asustéis, porque su alma está en él”. 11 Luego subió, partió el pan y comió; y después de conversar largamente hasta el amanecer, así se marchó. 12 Ellos se llevaron vivo al joven, y quedaron sobremanera consolados.

EN MILETO. 13 Nosotros, adelantándonos en la nave, dimos vela a Asón, donde habíamos de recibir a Pablo. Lo había dispuesto así, queriendo irse él a pie. 14 Cuando nos alcanzó en Asón, le recogimos y vinimos a Mitilene. 15 Navegando de allí, nos encontramos al día siguiente enfrente de Quio; al otro día arribamos a Samos, y al siguiente llegamos a Mileto. 16 Porque Pablo había resuelto pasar de largo frente a Éfeso, para no demorarse en Asia; pues se daba prisa para estar, si le fuese posible, en Jerusalén el día de Pentecostés. 17 Desde Mileto envió a Éfeso a llamar a los presbíteros de la Iglesia. 18 Cuando llegaron a él les dijo: “Vosotros sabéis, desde el primer día que llegué a Asia, cómo me he portado con vosotros todo el tiempo: 19 sirviendo al Señor con toda humildad, con lágrimas y pruebas que me sobrevinieron por las asechanzas de los judíos; 20 y cómo nada de cuanto fuera de provecho he dejado de anunciároslo y enseñároslo en público y por las casas; 21 dando testimonio a judíos y griegos sobre la conversión a Dios y la fe en nuestro Señor Jesús. 22 Y ahora, he aquí que voy a Jerusalén, encadenado por el Espíritu, sin saber lo que me ha de suceder allí; 23 salvo que el Espíritu Santo en cada ciudad me testifica, diciendo que me esperan cadenas y tribulaciones. 24 Pero yo ninguna de estas cosas temo, ni estimo la vida mía como algo precioso para mí, con tal que concluya mi carrera y el ministerio que he recibido del Señor Jesús, y que dé testimonio del Evangelio de la gracia de Dios. 25 Al presente, he aquí yo sé que no veréis más mi rostro, vosotros todos, entre quienes he andado predicando el reino de Dios. 26 Por lo cual os protesto en este día que soy limpio de la sangre de todos; 27 pues no he omitido anunciaros el designio entero de Dios. 28 Mirad, pues, por vosotros mismos y pos toda la grey, en la cual el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la Iglesia del Señor, la cual Él ha adquirido con su propia sangre. 29 Yo sé que después de mi partida vendrán sobre vosotros lobos voraces que no perdonarán al rebaño. 30 Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que enseñen cosas perversas para arrastrar en pos de sí a los discípulos. 31 Por tanto velad, acordándoos de que por tres años no he cesado ni de día ni de noche de amonestar con lágrimas a cada uno de vosotros. 32 Ahora, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, la cual es poderosa para edificar y para dar la herencia entre todos los santificados. 33 Plata u oro o vestido no he codiciado de nadie. 34 Vosotros mismos sabéis que a mis necesidades y a las de mis compañeros han servido estas manos 35 En todo os di ejemplo de cómo es menester, trabajando así, sostener a los débiles, acordándose de las palabras del señor Jesús, que dijo Él mismo: “Más dichoso es dar que recibir”. 36 Dicho esto, se puso de rodillas e hizo oración con todos ellos. 37 Y hubo gran llanto de todos, y echándose al cuello de Pablo lo besaban, 38 afligidos sobre todo por aquella palabra que había dicho, de que ya no verían su rostro. Y le acompañaron hasta el barco.

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HECHOS 21

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Pablo sube a Jerusalén. Es apresado por los judíos en el templo.

DE MILETO A TIRO. 1 Cuando, arrancándonos de ellos, nos embarcamos, navegamos derechamente rumbo a Coos, al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara. 2 Y hallando una nave que hacía la travesía a Fenicia, subimos a su bordo y nos hicimos a la vela. 3 Avistamos a Chipre, que dejamos a la izquierda, navegamos hacia Siria, y aportamos a Tiro, porque allí la nave tenía que dejar su cargamento. 4 Encontramos allí a los discípulos, con los cuales permanecimos siete días. Y ellos decían a Pablo, por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén. 5 Pasados aquellos días, salimos y nos íbamos, acompañándonos todos ellos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad. Allí, puestos de rodillas en la playa, hicimos oración, 6 y nos despedimos mutuamente. Nosotros subimos a la nave, y ellos se volvieron a sus casas.

DE TIRO A JERUSALÉN. 7 Concluyendo nuestra navegación, llegamos de Tiro a Ptolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos con ellos un día. 8 Partiendo al día siguiente llegamos a Cesarea, donde entramos en la casa de Felipe, el evangelista, que era uno de los siete, y nos hospedamos con él. 9 Éste tenía cuatro hijas, vírgenes, que profetizaban. 10 Deteniéndonos varios días, bajó de Judea un profeta, llamado Agabo; 11 el cual, viniendo a nosotros, tomó el ceñidor de Pablo, atóse los pies y las manos, y dijo: “Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán en Jerusalén los judíos al hombre cuyo es este ceñidor, y le entregarán en manos de los gentiles”. 12 Cuando oímos esto, tanto nosotros, como los del lugar, le suplicábamos a Pablo que no subiera a Jerusalén. 13 Pablo entonces respondió: “¿Qué hacéis, llorando y quebrantándome el corazón, pues dispuesto estoy, no sólo a ser atado, sino aun a morir en Jerusalén, por el nombre del Señor Jesús?” 14 Y no dejándose él disuadir, nos aquietamos, diciendo: “¡Hágase la voluntad del Señor!” 15 Al cabo de estos días, nos dispusimos para el viaje, y subimos a Jerusalén. 16 Algunos discípulos iban con nosotros desde Cesarea y nos condujeron a casa de Mnason de Chipre, un antiguo discípulo, en cuya casa debíamos hospedarnos.

ACOGIDA EN JERUSALÉN. 17 Llegados a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo, 18 Al día siguiente, Pablo, juntamente con nosotros, visitó a Santiago, estando presentes todos los presbíteros. 19 Los saludó y contó una por una las cosas que Dios había obrado entre los gentiles por su ministerio. 20 Ellos, habiéndolo oído, glorificaban a Dios, mas le dijeron: “Ya ves, hermano, cuántos millares, entre los judíos, han abrazado la fe, y todos ellos son celosos de la Ley. 21 Pues bien, ellos han oído acerca de ti que enseñas a todos los judíos de la dispersión, a apostatar de Moisés, diciendo que no circunciden sus hijos ni caminen según las tradiciones. 22 ¿Qué hacer, pues? De todos modos oirán que tú has venido. 23 Haz por tanto esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que están obligados por un voto. 24 Tómalos y purifícate con ellos, y págales los gastos para que se hagan rasurar la cabeza; entonces sabrán todos que no hay nada de las cosas que han oído sobre ti, sino que tú también andas en la observancia de la Ley. 25 Mas en cuanto a los gentiles que han abrazado la fe, nosotros ya hemos mandado una epístola, determinando que se abstengan de las carnes sacrificadas a los ídolos, de la sangre, de lo ahogado y de la fornicación”. 26 Entonces Pablo, tomando a los hombres, se purificó con ellos al día siguiente y entró en el Templo, anunciando el vencimiento de los días de la purificación, hasta que se ofreciese por cada uno de ellos la ofrenda.


E. CAUTIVIDAD DE SAN PABLO EN CESAREA Y ROMA (Cap. 21:27 – Cap. 28)

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TUMULTO DEL PUEBLO CONTRA PABLO. 27 Estando para cumplirse los siete días, lo vieron los judíos de Asia en el Templo, y alborotando todo el pueblo le echaron mano, 28 gritando: “¡Varones de Israel, ayudadnos! Éste es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, y contra la Ley, y contra este lugar; y además de esto, ha introducido a griegos en el Templo, y ha profanado este lugar santo”, 29 Porque habían visto anteriormente con él en la ciudad a Trófimo, efesio, y se imaginaban que Pablo le había introducido en el Templo. 30 Conmovióse, pues, toda la ciudad, y se alborotó el pueblo; después prendieron a Pablo y lo arrastraron fuera del Templo, cuyas puertas en seguida fueron cerradas. 31 Cuando ya trataban de matarle, llegó aviso al tribuno de la cohorte, de que toda Jerusalén estaba revuelta. 32 Éste, tomando al instante soldados y centuriones, bajó corriendo hacia ellos. En cuanto vieron al tribuno y a los soldados, cesaron de golpear a Pablo. 33 Entonces acercándose el tribuno, le prendió, mandó que le atasen con dos cadenas, y le preguntó quién era y qué había hecho. 34 De entre la turba unos voceaban una cosa, y otros otra, mas no pudiendo él averiguar nada con certeza, a causa del tumulto, mandó conducirlo a la fortaleza. 35 Al llegar (Pablo) a las gradas, los soldados hubieron de llevarlo en peso por la violencia de la turba, 36 porque seguía la multitud del pueblo, gritando: “¡Quítalo!” 37 Estando ya Pablo para ser introducido en la fortaleza, dijo al tribuno: “¿Me es permitido decirte una cosa?” Él contestó: “¿Tú sabes hablar griego? 38 ¿No eres pues aquel egipcio que hace poco hizo un motín y llevó al desierto los cuatro mil hombres de los sicarios?” 39 A lo cual dijo Pablo: “Yo soy judío, de Tarso en Cilicia, ciudadano de una no ignorada ciudad; te ruego me permitas hablar al pueblo”. 40 Permitiéndoselo él, Pablo, puesto de pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo; y cuando se hizo un gran silencio, les dirigió la palabra en hebreo, diciendo:

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HECHOS 22

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26

Pablo declara al pueblo la historia de su conversión. Se libra de la condena alegando el privilegio de ser ciudadano romano.

PABLO SE DEFIENDE ANTE EL PUEBLO. 1 “Hermanos y padres, escuchad la defensa que ahora hago delante de vosotros”. 2 Oyendo que les hablaba en idioma hebreo, guardaron mayor silencio; y él prosiguió: 3 “Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, a los pies de Gamaliel, instruido conforme al rigor de la Ley de nuestros padres, celoso de Dios como vosotros todos lo sois el día de hoy. 4 Perseguía yo de muerte esta doctrina, encadenando y metiendo en las cárceles lo mismo hombres que mujeres, 5 como también el Sumo Sacerdote me da testimonio y todos los ancianos; de los cuales asimismo recibí cartas para los hermanos, y me encaminé a Damasco a fin de traer presos a Jerusalén a los que allí hubiese, para castigarlos. 6 Y sucedió que yendo yo de camino y acercándome a Damasco hacia el mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió. 7 Caí en tierra, y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” 8 Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y me dijo: “Yo soy Jesús el Nazareno a quien tú persigues”. 9 Los que me acompañaban vieron, sí, la luz, mas no oyeron la voz del que hablaba conmigo. 10 Yo dije: “¿Qué haré, Señor?” Y el Señor me respondió; “Levántate y ve a Damasco; allí se te dirá todo lo que te está ordenado hacer”, 11 Mas como yo no podía ver, a causa del esplendor de aquella luz, me condujeron de la mano los que estaban conmigo, y así vine a Damasco. 12 Y un cierto Ananías, varón piadoso según la Ley, de quien daban testimonio todos los judíos que allí habitaban, 13 me visitó, y poniéndose delante de mí me dijo: “Hermano Saulo, mira”; y yo en aquel mismo momento, le miré. 14 Dijo entonces: “El Dios de nuestros padres te ha predestinado para que conozcas su voluntad y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. 15 Porque le serás testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. 16 Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, bautízate y lava tus pecados, invocando su nombre”. 17 Y acaeció que yo, hallándome de vuelta en Jerusalén y orando en el Templo tuve un éxtasis; 18 y le vi a Él que me decía: “Date prisa y sal pronto de Jerusalén, porque no recibirán tu testimonio acerca de Mí”. 19 Yo contesté: “Señor, ellos mismos saben que yo era quien encarcelaba y azotaba de sinagoga en sinagoga a los que creían en Ti; 20 y cuando fue derramada la sangre de tu testigo Esteban, también yo estaba presente, consintiendo y guardando los vestidos de los que le dieron muerte”. 21 Pero Él me dijo: “Anda, que Yo te enviaré a naciones lejanas”.

NUEVO TUMULTO DEL PUEBLO CONTRA PABLO. 22 Hasta esta palabra le escucharon, pero luego levantaron la voz y gritaban: “Quita de la tierra a semejante hombre; no debe vivir”. 23 Y como ellos gritasen y arrojasen sus mantos y lanzasen polvo al aire, 24 mandó el tribuno introducirlo en la fortaleza, diciendo que le atormentasen con azotes, para averiguar por qué causa gritaban así contra él. 25 Mas cuando ya le tuvieron estirado con las correas, dijo Pablo al centurión que estaba presente: “¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haberle juzgado?” 26 Al oír esto el centurión fue al tribuno y se lo comunicó, diciendo: “¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es romano”. 27 Llegó entonces el tribuno y le preguntó: “Dime, ¿eres tú romano?” Y él contesto: “Sí”. 28 Replicó el tribuno: “Yo por gran suma adquirí esta ciudadanía”. “Y yo, dijo Pablo, la tengo de nacimiento”. 29 Con esto inmediatamente se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y el mismo tribuno tuvo temor cuando supo que era romano y que él lo había encadenado. 30 Al día siguiente, deseando saber con seguridad de qué causa era acusado por los judíos, le soltó e hizo reunir a los sumos sacerdotes y todo el sinedrio; y trayendo a Pablo lo puso delante de ellos.

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HECHOS 23

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31

Pablo comparece ante el consejo. Los judíos conspiran contra su muerte. Es enviado a Cesárea.

PABLO ANTE EL SINEDRIO. 1 Pablo, entonces, teniendo fijos sus ojos en el sinedrio, dijo: “Varones, hermanos: Yo hasta el día de hoy me he conducido delante de Dios con toda rectitud de conciencia”. 2 En esto el Sumo Sacerdote Ananías mandó a los que estaban junto a él que le pegasen en la boca. 3 Entonces Pablo le dijo: “¡Dios te herirá a ti, pared blanqueada! ¿Tú estás sentado para juzgarme según la Ley, y violando la Ley mandas pegarme?” 4 Los que estaban cerca, dijeron: “¿Así injurias tú al Sumo Sacerdote de Dios?” 5 A lo cual contestó Pablo: “No sabía, hermanos, que fuese el Sumo Sacerdote; porque escrito esta: “No maldecirás al príncipe de tu pueblo”. 6 Sabiendo Pablo que una parte era de saduceos y la otra de fariseos, gritó en medio del sinedrio: “Varones, hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; soy juzgado por causa de la esperanza y la resurrección de muertos”. 7 Cuando dijo esto, se produjo un alboroto entre los fariseos y los saduceos, y se dividió la multitud. 8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu, mientras que los fariseos profesan ambas cosas. 9 Y se originó una gritería enorme. Algunos de los escribas del partido de los fariseos se levantaron pugnando y diciendo: “Nada de malo hallamos en este hombre. ¿Quién sabe si un espíritu o un ángel le ha hablado?” 10 Como se agravase el tumulto, temió el tribuno que Pablo fuese despedazado por ellos, mandó que bajasen los soldados, y sacándole de en medio de ellos le llevasen a la fortaleza. 11 En la noche siguiente se puso a su lado el Señor y dijo: “Ten ánimo, porque así como has dado testimonio de Mí en Jerusalén, así has de dar testimonio también en Roma”.

CONJURACIÓN CONTRA LA VIDA DE PABLO. 12 Cuando fue de día, los judíos tramaron una conspiración, y se juramentaron con anatema, diciendo que no comerían ni beberían hasta matar a Pablo. 13 Eran más de cuarenta los que hicieron esta conjuración. 14 Fueron a los sumos sacerdotes y a los ancianos y declararon: “Nos hemos anatematizado para no gustar cosa alguna hasta que hayamos dado muerte a Pablo. 15 Ahora pues, vosotros, juntamente con el sinedrio, comunicad al tribuno que le conduzca ante vosotros, como si tuvieseis la intención de averiguar más exactamente lo tocante a él. Entretanto, nosotros estaremos prontos para matarle antes que se acerque”. 16 Pero teniendo noticia de la emboscada el hijo de la hermana de Pablo, fue, y entrando en la fortaleza dio aviso a Pablo. 17 Llamó Pablo a uno de los centuriones y dijo: “Lleva este joven al tribuno porque tiene algo que comunicarle”. 18 Lo tomó él y lo llevó al tribuno, diciendo: “El preso Pablo me ha llamado y rogado que traiga ante ti a este joven, que tiene algo que decirte”. 19 Entonces, tomándolo el tribuno de la mano, se retiró aparte y le preguntó: “¿Qué tienes que decirme?” 20 Contestó él: “Los judíos han convenido en pedirte que mañana hagas bajar a Pablo al sinedrio, como si quisiesen averiguar algo más exactamente respecto de él. 21 Tú, pues, no les des crédito, porque están emboscados más de cuarenta de ellos, que se han comprometido bajo maldición a no comer ni beber hasta matarle; y ahora están prontos, esperando de ti una respuesta afirmativa”. 22 Con esto, el tribuno despidió al joven, encargándole: “No digas a nadie que me has dado aviso de esto”.

PABLO ES LLEVADO A CESAREA. 23 Llamando entonces (el tribuno) a dos de los centuriones, dio orden: “Tened listos, desde la tercera hora de la noche, doscientos soldados para marchar hasta Cesarea, setenta jinetes y doscientos lanceros, 24 y preparad también cabalgadura para que, poniendo a Pablo encima, lo lleven salvo al gobernador Félix”. 25 Y escribió una carta del tenor siguiente: 26 “Claudio Lisias al excelentísimo procurador Félix, salud. 27 Este hombre fue prendido por los judíos y estaba a punto de ser muerto por ellos, cuando yo sobrevine con la tropa y lo arranqué, teniendo entendido que era romano. 28 Queriendo conocer el crimen de que le acusaban, le conduje ante el sinedrio de ellos, 29 donde hallé que era acusado respecto de cuestiones de su Ley, pero que no había cometido delito merecedor de muerte o de prisión. 30 Mas como se me diera aviso de que existía un complot contra él, en el acto le envié a ti, intimando asimismo a los acusadores que expongan ante ti lo que tengan en contra de él. Pásalo bien”. 31 Así pues los soldados, según la orden que se les había dado, tomaron a Pablo y lo llevaron de noche a Antipátrida. 32 Al día siguiente se volvieron a la fortaleza, dejando a los jinetes para que le acompañasen; 33 los cuales, entrados en Cesarea, entregaron la carta al gobernador, presentando también a Pablo delante de él. 34 Éste, leída la carta, preguntó de qué provincia era, y cuando supo que era de Cilicia, 35 dijo: “Te oiré cuando hayan llegado también tus acusadores”. Y le mandó custodiar en el pretorio de Herodes.

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HECHOS 24

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26

Pablo defiende su inocencia ante el gobernador Félix. Le predica la fe.

ANTE EL GOBERNADOR FÉLIX. 1 Al cabo de cinco días, bajó el Sumo Sacerdote Ananías, con algunos ancianos, y un cierto Tértulo, orador, los cuales comparecieron ante el gobernador, como acusadores de Pablo. 2 Citado éste, comenzó Tértulo la acusación, diciendo: “Que por medio de ti gozamos de una paz profunda, y que por tu providencia se han hecho reformas en bien de este pueblo, 3 lo reconocemos, oh excelentísimo Félix, con suma gratitud en todo tiempo y en todo lugar. 4 Mas para no molestarte demasiado, ruégote que nos escuches brevemente según tu benignidad; 5 porque hemos hallado que este hombre es una peste y causa de tumultos para todos los judíos del orbe, y que es jefe de la secta de los nazarenos. 6 Tentó también de profanar el Templo, mas nos apoderamos de él. Y quisimos juzgarle según nuestra ley, 7 pero sobrevino el tribuno Lisias y con gran violencia le quitó de nuestras manos, 8 mandando a los acusadores que se dirigiesen a ti. Tú mismo, podrás interrogarle y cerciorarte sobre todas las cosas de que nosotros le acusamos”. 9 Los judíos, por su parte, se adhirieron, afirmando ser así las cosas. 10 Pablo, habiendo recibido señal del gobernador para que hablase, contestó: “Sabiendo que de muchos años atrás eres tú juez de esta nación, emprendo con plena confianza mi defensa. 11 Puedes averiguar que no hace más de doce días que subí, a Jerusalén a adorar; 12 y ni en el Templo me hallaron disputando con nadie, o alborotando al pueblo, ni en las sinagogas, ni en la ciudad. 13 Tampoco pueden ellos darte pruebas de las cosas de que ahora me acusan. 14 Te confieso, sí, esto: que según la doctrina que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de nuestros padres, prestando fe a todo lo que es conforme a la Ley, y a todo lo que está escrito en los profetas; 15 teniendo en Dios una esperanza; que, como ellos mismos la aguardan, habrá resurrección de justos y de injustos. 16 Por esto yo mismo me ejercito para tener en todo tiempo una conciencia irreprensible ante Dios y ante los hombres. 17 Después de varios años vine a traer limosnas a mi nación y presentar ofrendas. 18 En esta ocasión me hallaron purificado en el Templo, no con tropel de gente ni con bullicio, 19 algunos judíos de Asia, los cuales deberían estar presentes delante de ti para acusar, si algo tuviesen contra mí. 20 O digan éstos aquí presentes qué delito hallaron cuando estaba yo ante el sinedrio, 21 como no sea esta sola palabra que dije en alta voz, estando en medio de ellos: por la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros”. 22 Mas Félix, que bien sabía lo que se refiere a esta doctrina, los aplazó diciendo: “Cuando descendiere el tribuno Lisias, fallaré vuestra causa”. 23 Ordenó al centurión que (Pablo) fuese guardado, que le tratase con indulgencia y que no impidiese a ninguno de los suyos asistirle.

FÉLIX CONVERSA CON PABLO SOBRE LA FE. 24 Pasados algunos días, vino Félix con Drusila, su mujer, que era judía, llamó a Pablo y le escuchó acerca de la fe en Jesucristo. 25 Pero cuando (Pablo) habló de la justicia, de la continencia y del juicio venidero, Félix, sobrecogido de temor, dijo: “Por ahora retírate; cuando tenga oportunidad, te llamaré”. 26 Esperaba también recibir dinero de Pablo, por lo cual lo llamaba más a menudo para conversar con él. 27 Cumplidos dos años, Félix tuvo por sucesor a Porcio Festo; y queriendo congraciarse con los judíos, Félix dejó a Pablo en prisión.

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HECHOS 25

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26

Pablo apela al César. El rey Agripa desea escucharlo.

PABLO ANTE FESTO. APELACIÓN AL CÉSAR. 1 Llegó Festo a la provincia, y al cabo de tres días subió de Cesarea a Jerusalén. 2 Los sumos sacerdotes y los principales de los judíos se le presentaron acusando a Pablo, e insistían 3 en pedir favor contra él, para que le hiciese conducir a Jerusalén; teniendo ellos dispuesta una emboscada para matarle en el camino. 4 Festo respondió que Pablo estaba custodiado en Cesarea, y que él mismo había de partir cuanto antes. 5 “Por tanto, dijo, los principales de entre vosotros desciendan conmigo, y si en aquel hombre hay alguna falta, acúsenle”. 6 Habiéndose, pues, detenido entre ellos no más de ocho o diez días, bajó a Cesarea, y al día siguiente se sentó en el tribunal, ordenando que fuese traído Pablo. 7 Llegado éste, le rodearon los judíos que habían descendido de Jerusalén, profiriendo muchos y graves cargos, que no podían probar, 8 mientras Pablo alegaba en su defensa: “Ni contra la ley de los judíos, ni contra el Templo, ni contra el César he cometido delito alguno”. 9 Sin embargo, Festo, queriendo congraciarse con los judíos, dijo, en respuesta a Pablo: “¿Quieres subir a Jerusalén y ser allí juzgado de estas cosas delante de mí?” 10 A lo cual Pablo contestó: “Ante el tribunal del César estoy; en él debo ser juzgado. Contra los judíos no he hecho mal alguno, como bien sabes tú mismo. 11 Si he cometido injusticia o algo digno de muerte, no rehúso morir; pero si nada hay de fundado en las acusaciones de éstos, nadie por complacencia puede entregarme a ellos. Apelo al César”. 12 Entonces Festo, después de hablar con el consejo, respondió: “Al César has apelado. Al César irás”.

FESTO CONSULTA AL REY AGRIPA. 13 Transcurridos algunos días, llegaron a Cesarea el rey Agripa y Berenice para saludar a Festo. 14 Como se detuviesen allí varios días, expuso Festo al rey el caso de Pablo, diciendo: “Hay aquí un hombre, dejado preso por Félix, 15 respecto del cual, estando yo en Jerusalén, se presentaron los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo su condena. 16 Les contesté que no es costumbre de los romanos entregar a ningún hombre por complacencia, antes que el acusado tenga frente a sí a los acusadores y se le dé lugar para defenderse de la acusación. 17 Luego que ellos concurrieron aquí, yo sin dilación alguna, me senté al día siguiente en el tribunal y mandé traer a ese hombre, 18 mas los acusadores, que lo rodeaban, no adujeron ninguna cosa mala de las que yo sospechaba, 19 sino que tenían contra él algunas cuestiones referentes a su propia religión y a un cierto Jesús difunto, del cual Pablo afirmaba que estaba vivo. 20 Estando yo perplejo respecto a la investigación de estos puntos, le pregunté si quería ir a Jerusalén para allí ser juzgado de estas cosas. 21 Mas como Pablo apelase para que fuese, reservado al juicio del Augusto, ordené que se le guardase hasta remitirle al César”. 22 Dijo entonces Agripa a Festo: “Yo mismo tendría también gusto en oír a ese hombre”. “Mañana, dijo, le oirás”.

23 Al día siguiente vinieron Agripa y Berenice con gran pompa, y cuando entraron en la sala de audiencia con los tribunos y personajes más distinguidos de la ciudad, por orden de Festo fue traído Pablo. 24 Y dijo Festo: “Rey Agripa y todos los que estáis presentes con nosotros, he aquí a este hombre, respecto del cual todo el pueblo de los judíos me ha interpelado, así en Jerusalén como aquí, gritando que él no debe seguir viviendo. 25 Yo, por mi parte, me di cuenta de que no había hecho nada que fuese digno de muerte; pero habiendo él mismo apelado al Augusto juzgué enviarle. 26 No tengo acerca de él cosa cierta que pueda escribir a mi señor. Por lo cual lo he conducido ante vosotros, mayormente ante ti, oh rey Agripa, a fin de que a base de este examen tenga yo lo que pueda escribir. 27 Porque me parece fuera de razón mandar un preso sin indicar también las acusaciones que se hagan contra él”.

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HECHOS 26

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31

Pablo da cuenta a Agripa de su vida, conversión y vocación.

PABLO ANTE AGRIPA. 1 Dijo luego Agripa a Pablo: “Se te permite hablar en tu defensa”. Entonces Pablo, extendiendo su mano, empezó a defenderse: 2 “Me siento feliz, oh rey Agripa, de poder hoy defenderme ante ti de todas las cosas de que soy acusado por los judíos, 3 particularmente porque tú eres conocedor de todas las costumbres judías y de sus disputas, por lo cual te ruego me oigas con paciencia. 4 Todos los judíos conocen por cierto mi vida desde la mocedad, pasada desde el principio en medio de mi pueblo y en Jerusalén. 5 Ellos saben, pues, desde mucho tiempo atrás, si quieren dar testimonio, que vivía yo cual fariseo, según la más estrecha secta de nuestra religión. 6 Y ahora estoy aquí para ser juzgado a causa de la esperanza en la promesa hecha por Dios a nuestros padres, 7 cuyo cumplimiento nuestras doce tribus esperan alcanzar, sirviendo a Dios perseverantemente día y noche. Por esta esperanza, oh rey, soy yo acusado de los judíos. 8 ¿Por qué se juzga cosa increíble para vosotros, que Dios resucite a muertos? 9 Yo, por mi parte, estaba persuadido de que debía hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús el Nazareno. 10 Esto lo hice efectivamente en Jerusalén, donde con poderes de parte de los sumos sacerdotes encerré en cárceles a muchos de los santos; y cuando los hacían morir, yo concurría con mi voto. 11 Muchas veces los forzaba a blasfemar, castigándolos por todas las sinagogas; y sobremanera furioso contra ellos, los perseguía hasta las ciudades extranjeras. 12 Para esto mismo, yendo yo a Damasco, provisto de poderes y comisión de los sumos sacerdotes, 13 siendo el mediodía, vi, oh rey, en el camino una luz del cielo, más resplandeciente que el sol, la cual brillaba en derredor de mi y de los que me acompañaban. 14 Caídos todos nosotros a tierra, oí una voz que me decía en lengua hebrea: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Duro es para ti dar coces contra el aguijón”. 15 Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y dijo el Señor: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 16 Mas levántate y ponte sobre tus pies; porque para esto me he aparecido a ti para predestinarte ministro y testigo de las cosas que has visto y de aquellas por las cuales aun te me apareceré, 17 librándote del pueblo, y de los gentiles, a los cuales yo te envío, 18 a fin de abrirles los ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios, y para que obtengan remisión de pecados y herencia entre los que han sido santificados por la fe en Mí”. 19 En lo sucesivo, oh rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial, 20 antes bien, primero a los de Damasco, y también en Jerusalén, y por toda la región de Judea, y a los gentiles, anuncié que se arrepintiesen y se volviesen a Dios, haciendo obras dignas del arrepentimiento. 21 A causa de esto, los judíos me prendieron en el Templo e intentaron quitarme la vida. 22 Pero, habiendo conseguido el auxilio de Dios, estoy firme el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, y no diciendo cosa alguna fuera de las que han anunciado para el porvenir los profetas y Moisés: 23 que el Cristo había de padecer, y que Él, como el primero de la resurrección de los muertos, ha de anunciar luz al pueblo y a los gentiles”.

IMPRESIÓN DEL DISCURSO. 24 Defendiéndose (Pablo) de este modo, exclamó Festo en alta voz: “Tú estás loco, Pablo. Las muchas letras te trastornan el juicio”. 25 “Excelentísimo respondió Pablo, no estoy loco, sino que digo palabras de verdad y de cordura. 26 Bien conoce estas cosas el rey, delante del cual hablo con toda libertad, estando seguro de que nada de esto ignora, porque no se trata de cosas que se han hecho en algún rincón. 27 ¿Crees, Rey Agripa, a los profetas? Ya sé que crees”. 28 A esto, Agripa respondió a Pablo: “Por poco me persuades a hacerme cristiano”. 29 A lo que contestó' Pablo: “Pluguiera a Dios que por poco o por mucho, no sólo tú, sino también todos cuantos que hoy me oyen, se hicieran tales como soy yo, salvo estas cadenas”. 30 Se levantaron entonces el rey, el gobernador, Berenice, y los que con ellos estaban sentados. 31 Y al retirarse hablaban entre sí, diciendo: “Este hombre nada hace que merezca muerte o prisión. 32 Y Agripa dijo a Festo: “Se podría poner a este hombre en libertad, si no hubiera apelado al César”.

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HECHOS 27

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31  |  36  |  41

Pablo se embarca hacia Roma. Su viaje y naufragio.

VIAJE A ROMA. 1 Luego que se determinó que navegásemos a Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos en manos de un centurión de la cohorte Augusta, por nombre Julio, 2 Nos embarcamos en una nave adramitena, que estaba a punto de emprender viaje a los puertos de Asia, y nos hicimos a la vela, acompañándonos Aristarco, macedonio de Tesalónica. 3 Al otro día hicimos escala en Sidón, y Julio, tratando a Pablo humanamente, le permitió visitar a los amigos y recibir atenciones. 4 Partidos de allí navegamos a lo largo de Chipre, por ser contrarios los vientos, 5 y atravesando el mar de Cilicia y Panfilia, aportamos a Mira de Licia, 6 donde el centurión, hallado un barco alejandrino que navegaba para Italia, nos embarcó en él. 7 Navegando durante varios días lentamente, llegamos a duras penas frente a Gnido, porque nos impedía el viento; después navegamos a sotavento de Creta, frente a Salmona, 8 y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar llamado Buenos Puertos, cerca del cual está la ciudad de Lasca. 9 Como hubiese transcurrido bastante tiempo y fuese ya peligrosa la navegación –había pasado ya el Ayuno–, Pablo les advirtió, 10 diciéndoles: “Compañeros, veo que el trayecto va a redundar en daño y mucho perjuicio no solamente para el cargamento y la nave, sino también para nuestras vidas”. 11 Mas el centurión daba más crédito al piloto y al patrón del barco, que a las palabras de Pablo, 12 Y como el puerto no fuese cómodo para invernar, la mayor parte aconsejó partir de allí, por sí podían arribar a Fenice e invernar allí, porque es un puerto de Creta que mira al sureste y al nordeste. 13 Y soplando un suave viento sur, se figuraban que saldrían con su intento. Levaron, pues, anclas, y navegaban a lo largo de Creta, muy cerca de tierra.

TEMPESTAD EN EL MAR. 14 Pero a poco andar se echó sobre la nave un viento tempestuoso, llamado euraquilón, 15 La nave fue arrebatada, y sin poder hacer frente al viento, nos dejábamos llevar, abandonándonos a él. 16 Pasando a lo largo de una islita llamada Cauda, a duras penas pudimos recoger el esquife. 17 Una vez levantado éste, hicieron uso de los auxilios y ciñeron la nave por debajo. Pero temerosos de dar en la Sirte, arriaron las velas y se dejaron llevar. 18 Al día siguiente, furiosamente combatidos por la tempestad, aligeraron; 19 y al tercer día arrojaron con sus propias manos el equipo de la nave. 20 Durante varios días no se dejó ver ni el sol ni las estrellas, y cargando sobre nosotros una gran borrasca, nos quitó al fin toda esperanza de salvarnos.

PABLO CONFORTA A LOS COMPAÑEROS. 21 Habiendo ellos pasado mucho tiempo sin comer, Pablo se puso en pie en medio de ellos, y dijo: “Era menester, oh varones, haberme dado crédito y no partir de Creta, para ahorrarnos este daño y perjuicio. 22 Mas ahora, os exhorto a tener buen ánimo, porque no habrá pérdida de vida alguna entre vosotros, sino solamente de la nave. 23 Pues esta noche estuvo junto a mí un ángel del Dios de quién soy y a quien sirvo, 24 el cual dijo: “No temas, Pablo; ante el César has de comparecer, y he aquí que Dios te ha hecho gracia de todos los que navegan contigo”. 25 Por lo cual, compañeros, cobrad ánimo, pues confío en Dios que así sucederá como se me ha dicho. 26 Mas hemos de ir a dar en cierta isla”.

NAUFRAGIO. 27 Llegada la noche décimacuarta y siendo nosotros llevados de una a otra parte en el Adria, hacia la mitad de la noche sospecharon los marineros que se acercaban a alguna tierra. 28 Echando la sonda, hallaron veinte brazas; a corta distancia echaron otra vez la sonda y hallaron quince brazas. 29 Temiendo diésemos en algunos escollos, echaron de la popa cuatro anclas y aguardaron ansiosamente el día. 30 Los marineros intentaron escaparse de la nave y tenían ya bajado el esquife al mar, con el pretexto de querer echar las anclas de proa; 31 mas Pablo dijo al centurión y a los soldados: “Si éstos no se quedan en el barco, vosotros no podéis salvaros”. 32 Entonces cortaron los soldados los cables del esquife y lo dejaron caer. 33 En tanto iba apuntando el día, Pablo exhortó a todos a tomar alimento, diciendo: “Hace hoy catorce días que estáis en vela, permaneciendo ayunos y sin tomar nada. 34 Os exhorto, pues, a tomar alimento, que es (necesario) para vuestra salud; porque no se perderá ni un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros”. 35 Dicho esto, tomó pan, dio gracias a Dios delante de todos, lo partió y comenzó a comer. 36 Entonces cobraron ánimo todos ellos y tomaron también alimento. 37 Éramos en la nave entre todos doscientas setenta y seis personas. 38 Luego que hubieron comido a satisfacción, aligeraron la nave, echando el trigo al mar. 39 Llegado el día, no conocían aquella tierra, aunque echaban de ver una bahía que tenía playa; allí pensaban encallar la nave, si pudiesen. 40 Cortando, pues, las anclas, las abandonaron en el mar; al mismo tiempo soltaron las cuerdas de los timones, y alzando el artimón al viento, se dirigieron hacia la playa; 41 mas tropezando con una lengua de tierra, encallaron la nave; la proa hincada se quedó inmóvil, mientras que la popa se deshacía por la violencia de las olas. 42 Los soldados tuvieron el propósito de matar a los presos, para que ninguno escapase a nado. 43 Mas el centurión, queriendo salvar a Pablo, impidió que ejecutasen su propósito, mandando que quienes supieran nadar se arrojasen los primeros y saliesen a tierra, 44 y los restantes, parte sobre tablas, parte sobre los despojos del barco. Así llegaron todos salvos a tierra.

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HECHOS 28

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Versículos:  01  |  06  |  11  |  16  |  21  |  26  |  31

Pablo, después de tres meses de estancia en Melita, continúa su viaje y llega a Roma. Su conferencia allí con los judíos.

SAN PABLO EN MALTA. 1 Puestos en salvo, supimos entonces que la isla se llamaba Melita. 2 Los bárbaros nos trataron con bondad extraordinaria; encendieron una hoguera y nos acogieron a todos a causa de la lluvia que estaba encima y a causa del frío. 3 Mas al echar Pablo en el fuego una cantidad de ramaje que había recogido, salió una víbora a raíz del calor y prendiósele de la mano. 4 Al ver los bárbaros al reptil colgado de su mano, se decían unos a otros: “Ciertamente este hombre debe ser un homicida, a quien escapado salvo del mar, la Dike no le ha permitido vivir”. 5 Mas él sacudió el reptil en el fuego y no padeció daño alguno. 6 Ellos, entretanto, estaban esperando que él se hinchase o cayese repentinamente muerto. Mas después de esperar mucho tiempo, viendo que ningún mal le acontecía, mudaron de parecer y dijeron que era un dios.

7 En las cercanías de aquel lugar había campos que pertenecían al hombre principal de la isla, por nombre Publio, el cual nos acogió y nos hospedó benignamente por tres días. 8 Y sucedió que el padre de Publio estaba en cama, acosado de fiebre y disentería. Pablo entró a él, hizo oración, le impuso las manos y le sanó. 9 Después de este suceso, acudían también las demás personas de la isla que tenían enfermedades, y eran sanadas, 10 por cuyo motivo nos colmaron de muchos honores; y cuando nos hicimos a la vela nos proveyeron de lo necesario.

DE MALTA A ROMA. 11 Al cabo de tres meses, nos embarcamos en una nave alejandrina que había invernado en la isla y llevaba la insignia de los Dióscuros. 12 Aportamos a Siracusa, donde permanecimos tres días, 13 De allí, costeando, arribamos a Regio; un día después se levantó el viento sur, y al segundo día llegamos a Putéolos, 14 donde hallamos hermanos, y fuimos invitados a quedarnos con ellos siete días. Y así llegamos a Roma. 15 Teniendo noticia de nosotros, los hermanos de allí nos salieron al encuentro hasta Foro de Apio y Tres Tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró buen ánimo.

PRIMERA PRISIÓN EN ROMA. 16 Cuando llegamos a Roma, se le permitió a Pablo vivir como particular con el soldado que le custodiaba. 17 Tres días después convocó a los principales de los judíos, y habiéndose ellos reunido les dijo: “Varones, hermanos, yo sin haber hecho nada en contra del pueblo, ni contra las tradiciones de nuestros padres, desde Jerusalén fui entregado preso en manos de los romanos, 18 los cuales después de hacer los interrogatorios querían ponerme en libertad, por no haber en mí ninguna causa de muerte; 19 mas oponiéndose a ellos los judíos, me vi obligado a apelar al César, pero no como que tuviese algo de que acusar a mi nación. 20 Este es, pues, el motivo porque os he llamado para veros y hablaros; porque a causa de la esperanza de Israel estoy ceñido de esta cadena”. 21 Respondiéronle ellos: “Nosotros ni hemos recibido cartas de Judea respecto de ti, ni hermano alguno de los que han llegado, ha contado o dicho mal de ti. 22 Sin embargo, deseamos oír de tu parte lo que piensas porque de la secta ésa nos es conocido que halla contradicción en todas partes”.

ÚLTIMO RETIRO DE LOS JUDÍOS. 23 Le señalaron, pues, un día y vinieron a él en gran número a su alojamiento. Les explicó el reino de Dios, dando su testimonio, y procuraba persuadirlos acerca de Jesús, con arreglo a la Ley de Moisés y de los Profetas, desde la mañana hasta la tarde. 24 Unos creían las cosas que decía; otros no creían. 25 No hubo acuerdo entre ellos y se alejaron mientras Pablo les decía una palabra: “Bien habló el Espíritu Santo por el profeta Isaías a vuestros padres, 26 diciendo: «Ve a este pueblo y di: Oiréis con vuestros oídos y no entenderéis; miraréis con vuestros ojos, pero no veréis. 27 Porque se ha embotado el corazón de este pueblo; con sus oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos, para que no vean con sus ojos, ni oigan con sus oídos, ni con el corazón entiendan, y se conviertan y Yo les sane». 28 Os sea notorio que esta salud de Dios ha sido transmitida a los gentiles, los cuales prestarán oídos”. 29 Habiendo él dicho esto, se fueron los judíos, teniendo grande discusión entre sí. 30 Permaneció (Pablo) durante dos años enteros en su propio alojamiento, que había alquilado, y recibía a todos cuantos le visitaban; 31 predicando con toda libertad y sin obstáculo el reino de Dios, y enseñando las cosas tocantes al Señor Jesucristo.

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(*) “La Sagrada Biblia. Texto del Antiguo y Nuevo Testamento. Versión directa de los textos primitivos y de la traducción de la Vulgata Latina al Español.” Por Monseñor Juan Straubinger, Dr. Honoris Causa de la Universidad de Münster (Alemania), profesor de la Sagrada Escritura en el Seminario Mayor San José de la Archidiócesis de La Plata (Argentina). La traducción de Straubinber contó con la colaboración del sacerdote argentino Juan Carlos Ruta.

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Última revisión de este documento: 21 de Agosto de 2023



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