La guerra psicológica está siendo usada contra los Talibanes
Un reportaje invitado
Revista TIME
10 de diciembre de 2001
por Douglas Waller
Bienvenidos a la otra guerra.
En un sucio edificio de ladrillos en el Fuerte Bragg, Carolina del Norte, una imprenta produjo el equivalente a 2 millones de tarjetas de felicitación de vacaciones: folletos que pronto revolotearán sobre Afganistán, deseando a los aldeanos un feliz final del Ramadán "de parte del pueblo de América". Cerca de la planta de impresión, una parabólica gigante transmite las ondas de un programa de radio con mensajes anti-talibanes a una base aérea en Omán, donde los residentes montan un CD del programa para Commando Solo, un avión Air Force EC-130 adaptado y provisto de lo necesario para radiodifusión. Commando Solo vuela sobre Afganistán, cubriendo el país con ondas de radio diez horas al día.
Mientras los B-52 siembran el terror desde el cielo, una elaborada operación psicológica está siendo librada para obtener los corazones y las mentes de los afganos, intentando volverlos contra Osama bin Laden. El mando central de esta guerra es el 4º Grupo de Operaciones Psicológicas de Fuerte Bragg, una organización ecléctica como ninguna otra en la Armada de los EE.UU., constituida por 1200 soldados de operaciones especiales, académicos, lingüistas y expertos en marketing, cuyas armas son las palabras y las imágenes. Desde que comenzaron el 7 de octubre los bombardeos de EE.UU., los aviones de la Fuerza Aérea han lanzado 18 millones de folletos de psico-guerra sobre Afganistán, y Commando Solo ha emitido más de 800 horas de programas de radio.
Los ejércitos de EE.UU. han hecho uso de operaciones psicológicas desde la Guerra de la Independencia (se pasaron folletos a los soldados británicos en la batalla de Bunker Hill prometiéndoles asilo si desertaban). Tiene reputación de arte oscuro, de cosas como la Rosa de Tokio o la propaganda nazi, pero los psico-guerreros de hoy actúan más a la manera de ejecutivos de publicidad de Madison Avenue - excepto que visten uniforme militar y saltan desde los aviones. Cuatro especialistas de psico-operaciones, por ejemplo, se lanzaron en paracaídas con los Rangers de la Armada que asaltaron una instalación y una base aérea de los talibanes el 19 de octubre; ellos anunciaban la llegada de las fuerzas de EE.UU. desplegando folletos con la imagen de un bombero de Nueva York levantando una bandera de EE.UU.
Los psico-guerreros se han dado cuenta de que "la verdad es la mejor propaganda", dice el coronel James Treadwell, comandante del 4º Grupo. De lo contrario, "pierdes credibilidad", explica, y la audiencia desconecta. Los folletos explicaban cómo utilizar los paquetes de alimentos de socorro y avisaban a los civiles para que se mantuviesen alejados de las zonas de combate. La radiodifusión de Commando Solo mezclaba noticias del mundo con eslóganes. Un programa reciente, por ejemplo, informaba de los esfuerzos de las Naciones Unidas por organizar grupos anti-talibanes y acababa con la súplica de "tiene que ser así para que definitivamente haya paz en Afganistán".
Pero la verdad puede ser utilizada selectivamente. Para hacer que los soldados iraquíes escuchasen su programa durante el Guerra de la Tormenta del Desierto de 1991, Commando Solo difundía, a través de la radio, los objetivos que los aviones de combate de EE.UU. iban a atacar cada día. Para ganar cuota de mercado en el espacio radiofónico de Afganistán, los bombarderos dejaron fuera de combate a Radio Sharia, la estación talibán, y Commando Solo empezó a transmitir en una frecuencia cercana a la de Sharia. La CIA envió aparatos de radio a los poblados y Commando Solo emitía música popular afgana que los talibanes habían prohibido en las ondas.
Un equipo de 35 analistas civiles, dos tercios de los cuales tienen grado de doctorado, pasa semanas elaborando los mensajes de psico-guerra del 4º Grupo. "Es inmensamente más difícil influir sobre una audiencia extranjera hostil que introducir una bebida de refresco en el mercado," dice Robert Jenks, que dirige la división de investigación del grupo. Los folletos han de ser simples y visuales porque los afganos son en su mayoría analfabetos.
Los analistas rechazaron la idea de lanzar imágenes del World Trade Center siendo atacado; los afganos no captarían la relación con rascacielos que nunca ha visto. En lugar de eso, muchos de los folletos jugaban con la xenofobia afgana, retratando a los terroristas de bin Laden como invasores extranjeros como los soviéticos. En la cara de delante de uno, por ejemplo, hay un dibujo del jefe talibán Mohammed Omar sobre un perro afgano kuchi sujetado con una correa por bin Laden. Sobre el folleto, impreso en lengua Dari y Pashto (los dos idiomas del país): "¿Quién dirige realmente a los talibanes?" En la cara de detrás, con la inscripción "Expulsad a los gobernantes extranjeros y vivir en paz", bin Laden juega al ajedrez acompañado de personajes talibanes. (El ajedrez, que los talibanes también prohibieron, fue en su momento enormemente popular en Afganistán).
No todos los planes de psico-guerra han funcionado. Durante la intervención de 1993 en Somalia, un folleto que urgía a apoyar a los mantenedores de la paz tradujo mal "Naciones Unidas" de tal manera que los somalíes pensaban que decía "Naciones Esclavas". Un estudio del Pentágono concluía que las emisiones de Commando Solo durante la guerra aérea de 1999 sobre Kosovo fueron en gran medida inefectivas. En la Tormenta del Desierto, los soldados de operaciones psicológicas estudiaron grupos entre los prisioneros de guerra iraquíes para determinar qué mensajes habían calado. Afganistán está todavía demasiado inestable para que el 4º Grupo haga un seguimiento de prisioneros o civiles para determinar si han sido tocados por el tirón de psico-propaganda. "Creo que sí que hemos influido", dice Treadwell. La prueba será el final de la guerra - y en una paz duradera.
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Traducido al Castelano por The M+G+R Foundation
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